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domingo, octubre 14, 2007

EL "EFECTO SALIDA"

Como decíamos en la entrada anterior, si verdaderamente consideramos los fenómenos migratorios en su globalidad, contemplando también lo que sucede en los países de origen, entonces, no sólo nos tenemos que ocupar de los posibles "efectos llamada", sino también de los poderosos "efectos salida". Es cierto que si los migrantes se desplazan a los países ricos (aunque no sólo a ellos), ello puede deberse, en parte, a determinados condicionantes estructurales de los mercados de trabajo de éstos -este es el "efecto llamada" más potente de todos-, pero es muy dudoso que si estos condicionantes no existieran la gente fuera a dejar de venir.

Además de las razones "personales" para migrar que mencionábamos en la entrada anterior, puede haber otras causas que motiven a alguien a salir de su país, como por ejemplo, ser perseguido o huir de una situación de inseguridad o de un régimen dictatorial aunque no se señale directamente con el dedo al "refugiado"; pero es evidente que las causas profundas de las migraciones masivas entre países pobres y países ricos derivan básicamente de las enormes desigualdades económicas que existen entre unos y otros. Las teorías neoclásicas explican las migraciones como un proceso de reajuste entre regiones que presentan un elevado diferencial salarial y, aunque esta explicación debe complementarse con otras y vincularse a otros aspectos además del salario como las expectativas de acceso a la sanidad y a la educación o la esperanza de vida, no deja de ser cierta. Por otra parte, las elevadas tasas de desempleo (y en especial de desempleo juvenil) que existen en algunos países pueden implicar mecanismos de expulsión de trabajadores fuera del mercado de trabajo nacional.

El progreso de los transportes y de las comunicaciones condiciona en gran medida las migraciones modernas, al reducir progresivamente las posibles limitaciones que la distancia geográfica impone a la interacción. Las personas que viven en países pobres son cada vez más conscientes, o incluso plenamente conscientes, de las diferencias de oportunidades y de expectativas acerca del bienestar que existen en unos y otros países. Al mismo tiempo, este dato objetivo se trabaja culturalmente, se "mitifica", se convierte en una Tierra Prometida, un supuesto Paraíso futuro que espera a los audaces. Así los jóvenes senegaleses, cuando les advierten de los riesgos del viaje, pueden gritar: "Barça wala barsaj": "Barça o muerte". El "Barça" encarna simbólicamente todos los sueños, las esperanzas, las ilusiones, el triunfo y la gloria futura, mientras que la "muerte" no es metáfora de nada, sino la descarnada muerte misma. Asimismo, el progreso de los transportes hace que el viaje sea comparativamente más accesible, barato y sencillo (afirmación que puede interpretarse como un insulto para las tremendas odiseas de algunos, pero son gajes de contemplar el asunto desde la perspectiva global). Por otro lado, también son cada vez mayores las interacciones entre los que ya emprendieron el viaje y sus países de origen (contacto telefónico o internauta, remesas, viajes ocasionales de aquellos que están regularizados...), de manera que tienden a formarse redes que traspasan el umbral de las fronteras y organizan estretégicamente los proyectos migratorios.

Si las desigualdades internacionales son abismales y las antípodas están cada vez más cerca, es de esperar que la presión migratoria continúe creciendo hasta niveles que provoquen desequilibrios de distinto tipo en los países de origen y de acogida. Si nos ponemos un poco apocalípticos (y nos centramos sólo en la parte negativa), las contradicciones del capitalismo global amenazan con estallarnos en la cara, dado que no podemos mantener por más tiempo alejada la pobreza del portal de nuestras casas. Por supuesto, no hay que dar por hecho que estas profecías escatológicas se vayan a cumplir literalmente, aunque algo de verdad empírica haya en el mito; hace tiempo, un tipo muy listo llamado Karl Marx predijo que el capitalismo se iba a hundir arrastrado por sus propias contradicciones y todavía lo estamos esperando: los sistemas sociales tienden a evolucionar para garantizar su supervivencia. Seguramente, la adaptación del sistema pase por una progresiva redefinición de las relaciones económicas internacionales.

Entretanto, los países ricos (también los pobres, pero con menos eficacia), cierran sus fronteras y se protegen de la circulación de personas, lo que seguramente deriva de una necesidad estructural, pero no deja de provocarnos "mala conciencia" porque choca con una vieja intuición moral: el ius communicationis. Al mismo tiempo, sabemos que estas medidas son parcialmente ineficaces, que los desplazamientos masivos de población son inherentes a nuestros tiempos interesantes; aunque la problemática es muy diferente, y por tanto, la analogía muy burda, da que pensar que las drogas ilegales lleven tanto tiempo prohibidas y sin embargo entren por todas partes: las políticas migratorias más restrictivas a veces implican simplemente que la gente modifique sus estrategias migratorias, adoptando vías más arriesgadas, que a veces los deshumanizan para convertirlos en "mercancía" ilegal. Para conjurar esta mala conciencia y esta parcial ineficacia, todos nos acordamos de vez en cuando del "efecto salida"; nos refugiamos entonces en una utopía que a lo mejor no estamos dispuestos a realizar con todas sus consecuencias: "para que la gente no se vea obligada a emigrar, hay que trabajar por el desarrollo del Tercer Mundo".

Esta frase es una gran verdad, pero como todas las grandes verdades se puede convertir en una idea platónica inalcanzable que nos exime de enfrentarnos con la realidad; no es raro que esta frase se utilice como zanahoria (podrida) para atestar un palo a través de las restricciones migratorias. Hace poco leí en el programa de un partido xenófobo la necesidad de fomentar el desarrollo de los países pobres para frenar la migración; así que es algo en lo que todos, todos estamos de acuerdo. Yo, por mi parte creo que contribuir al desarrollo económico es una cuestión ante todo de justicia y de dignidad humana, aunque es cierto que algún protagonismo va a tener la configuración un cierto reequilibrio de las desigualdades internacionales en la evolución del capitalismo para adaptarse a estos nuevos tiempos interesantes. Ahora bien, muchos "planes África" hacen falta para que este continente se ponga al nivel de Latinoamérica, que sigue "expulsando" migrantes; parece que el cambio necesario es más radical y llevará más tiempo. No es la panacea, pero seguramente el camino está en una progresiva supresión de los aranceles proteccionistas para los productos venidos de estos países, es decir, en una aplicación real de la libre competencia. Pero hay que tener en cuenta que esto podría provocar algunos desequilibrios económicos y sociales en el seno de los países ricos que es preciso prever y abordar.

4 comentarios:

Peluhongkong dijo...

Has visto una pelicula llamada 'Ghost'. Describe el transito desde China a Inglaterra de migrantes chinos. Es una historia real interpretada por la misma chica que lo vivio. No se si sera facil de conseguir en Espana, pero, si la puedes conseguir, merece la pena. Las mafias se aprovechan de ese concepto de 'tierra prometida' del que hablas y que por supuesto no es real.No dire que la vida es facil en todos sitios, pero me revienta que saquen a gentes de sus pueblos campesinos, separandoles de lo poco que puedan tener, incluida familia y amigos, para traerlos a esta Europa donde se les mete en boquetes y se les explota de maneras que ellos nunca hubieran imaginado. Es muy triste jugar con las ilusiones de las personas, y mucho mas de aquellas que, hasta que aparecen las mafias y sus mentiras, no se habian permitido tenerlas.

Bishr dijo...

Indudablemente , la representación que se hace un subsahariano de lo que le espera antes de montarse en un cayuco debe ser totalmente distinta de la realidad que se encuentra.

No obstante, nos hace mucha falta información sobre los países de origen. En concreto, como has hablado de África, ¿es toda África la misma realidad?

No me cabe duda de que la situación de África debe ser desesperada. No sé si habéis visto "La pesadilla de Darwing", una película que me impactó.

La Cruz Roja planeaba un dispositivo para convencer a los potenciales inmigrantes subsaharianos a no montarse en el cayuco. Parece que no tuvieron mucho éxito. Pero es una realidad, que es prácticamente imposible regularizar a muchos subsaharianos, lo que reduce drásticamente las posibilidades de éxito de su proyecto migratorio. Viven vidas aquí en España, obligados a la marginalidad, a la venta de cds o a trabajar ocasionalmente, que a mi juicio rayan los límites de la dignidad humana.

Como consuelo nos queda que hoy por hoy en España no hay guerra, no hay hambruna , hay menos SIDA y tienen sanidad universal.

Pero seguro que está lejos de lo que soñaron un día.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Gracias por los comentarios y por las recomendaciones peliculeras, que nunca están de más. Las cosas que contáis nos van haciendo girar la perspectiva hacia los problemas que se producen en los países de destino, que es donde yo quería ir a parar en las siguientes entradas. A salvo de las complejas cuestiones de la "integración" (y sus múltiples significados) y la interculturalidad, me toca ahora hablar de las cuestiones del mercado de trabajo, esto es, de los carniceros de Utopía...

Anónimo dijo...

Hola , soy Nani. Me gustaría añadir una reflexión. Ayer pasando por una cabina de teléfonos me encontré a unos subsaharianos forzándola...

Como tantas cosas que pasan hoy en día, no nos queremos enterar de qué está pasando con los subsaharianos en España.

La mayoría tienen procedimientos de expulsión abiertos,algunos vienen de países que no les proporcionan pasaportes aquí en España, no hablan español y están en la península...Las leyes los invisibilizan, nadie habla de ellos...Pero ahí están. Seres humanos sin posibilidad de regularizarse, ni trabajar , ni integrarse , ni volver a sus países, ni nada de nada...Al final , la mayoría acaban vendiendo cds y eso hoy por hoy es un delito . Y después teniendo antecedentes penales es imposible conseguir los papeles.

No hay nada más desesperante que trabajar para conseguir papeles a un subsahariano que ha venido en un cayuco. Es tirar piedras a la luna.

Si se os ocurre alguna idea feliz, no dejéis de aportarla.

Muy al contrario de querer ser alarmista, lo que me gustaría es que la gente sepa lo que pasa al lado suyo y que opinen, y que aporten soluciones ingeniosas.

Porque en nuestras calles hay gente que la única salida que les queda es forzar una cabina para salir adelante. Seguro que no era eso lo que soñaron cuando se montaron en el cayuco.