No cabe duda de que las migraciones no son fenómeno especialmente nuevo. Nuestros antepasados más lejanos eran ya migrantes antes de ser propiamente humanos y luego hemos pasado andando el resto de la historia de la Humanidad. Sin embargo, el fenómeno migratorio asume hoy día perfiles nuevos, que seguramente comenzaron en la segunda mitad del siglo pasado pero hoy día se perciben con más fuerza.
- Aunque en los "viejos tiempos" los grupos étnicos masivamente desplazados lograban mantener su identidad mediante rígidas tradiciones y prácticas de aislamiento (además de la marginación que a veces sufrían de sus vecinos), lo cierto es que el contacto desaparecía, frecuentemente para siempre. De igual manera, los primeros movimientos migratorios generados por la modernidad y el capitalismo (dentro del recién creado Estado-nación o hacia fuera) tendieron a favorecer mecanismos de asimilación, compatibles con determinados procesos de marginación y con el mantenimiento de ciertas costumbres auctóctonas. El país de origen desaparecía para siempre, o todo lo más quedaba como una tierra mítica, un Paraíso Perdido, o quizás al mismo tiempo una meta escatológica, difuminándose sus perfiles reales.
- Hoy no es así, porque las migraciones se producen en un mundo cada vez más pequeño. El progreso de los transportes hace cada vez más rápido, y comparativamente más barato el desplazamiento a lugares alejados; sobre todo, las tecnologías de la comunicación permiten una especie de ubicuidad virtual: el teléfono -fijo o móvil- no es un objeto extraño en la mayor parte del mundo; la televisión, la prensa y la radio nos pasean diariamente por los rincones más remotos; en particular, la Internet posibilita una comunicación continua, casi inmediata, con una enorme diversidad de contenidos y relativamente barata; las transacciones económicas y comerciales internacionales se hacen rentables a pequeña escala. Ahora no se desdibuja la patria de partida, sino las fronteras de los Estados-nación y las migraciones van componiendo una gigantesca telaraña humana, que ya no es un flujo que corre de vez en cuando en una sóla dirección. Así, científicos sociales como Alejandro Portes, hablan de las conexiones entre migraciones y transnacionalismo.
- Muchos migrantes sueñan con volver un día a su país y montar un negocio con los ahorros conseguidos para vivir cómodamente cerca de sus raíces y algunos incluso lo consiguen: historia de una ida y una vuelta. Los que se quedan, pero consiguen estabilizar su situación legal y económica viajan frecuentemente a su primera patria y si pueden, pasan largas temporadas en ella; en cambio, los que residen irregularmente en el país de destino, al no poder reagrupar a sus familiares directos (salvo a aquellos que también se encuentran irregularmente en el mismo país), se encuentran con que viven en el seno de una familia esparcida por el mundo: esto destruye la estabilidad de muchas familias, pero muchas otras se mantienen, e incluso pueden empezar a surgir familias paralelas. Nada impide que la cosa se complique porque los miembros de una misma red familiar emigren a países distintos. Las personas y los grupos se adaptan a las restricciones que se imponen a los flujos migratorios creando redes sociales transnacionales (no necesariamente las recurrentes "mafias", sino cosas más informales y de andar por casa) que organizan los proyectos migratorios. La gente está al tanto de las noticias de su país, de la novedades y al mismo tiempo mantiene generalmente un contacto permanente con sus amigos, con sus parientes y con sus familiares.
- Este contacto es también de carácter económico, y no sólo por los negocios de los retornados o las inversiones de los eventuales migrantes enriquecidos, sino también, y sobre todo, por las remesas que los trabajadores extranjeros envían periódicamente a sus familias. Las remesas se refieren a un volumen cada vez más ingente de dinero, y se están convirtiendo en una fuente de ingresos de no poca importancia para muchos países pobres. Los intercambios económicos y su magnitud refuerzan las relaciones personales en el seno de las redes transnacionales e incentivan a los Estados de origen para fomentar hasta cierto punto los proyectos migratorios y para preocuparse por sus ciudadanos residentes en otros países (lo que, claro está también tiene otras causas).
- Comprender este fenómeno, el transnacionalismo, es vital para comprender las migraciones en la actualidad: las oportunidades que genera, los problemas que produce, la estructura que condiciona la regulación de flujos y las políticas migratorias. Con la nueva etiqueta de "transnacionalismo", en otras entradas de este blog trataremos de desgranar algunas de sus consecuencias.
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