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viernes, enero 26, 2007

LA VERDADERA ESENCIA DEL ISLAM (II) ESENCIALISMOS

Puesto que en las religiones que hemos llamado (siguiendo a otros) "universales" o "de conversión", sus practicantes a lo largo de todo el mundo se perciben a sí mismos como integrantes de un mismo grupo (entre los musulmanes sería la umma) y, puesto que la fijación escrita de la ortodoxia y la ortopraxis (en el Qu'ran, la Torah, los Evangelios, los Vedas, etc.) produce una cierta continuidad en prácticas y representaciones en diversos contextos históricos y culturales, generalmente resulta útil, a la hora de categorizar la conducta religiosa, poner en juego las "etiquetas" que utilizan sus propios practicantes. Es decir, cuando hablamos de animismo, totemismo, chamanismo para referirnos a formas religiosas, utilizamos categorías en principio ajenas a los "nativos" (lo que en Antropología se llaman categorías etic). En cambio, cuando un observador externo habla de "cristianismo", "Islam", "budismo", etc., generalmente se ha apropiado de las categorías propias de los fieles (las que llamamos emic). A través de las palabras, hemos construido, hemos "creado" la realidad a estudiar. Y vio Dios que era bueno. Normalmente, esta forma de operar es útil para enterarnos de algo.
Pero cuidado; cada vez que creamos o utilizamos una abstracción sufrimos la tentación de "cosificarla", de darle entidad empírica, de confundir ese útil "estereotipo" con la realidad misma. Habíamos quedado en que, para un creyente, es normal que haya una "esencia" de su religión, pero esto se trata de una experiencia a la que el observador externo no llega. Lo que tenemos delante son seres humanos, grupos, redes de personas y prácticas y representaciones que presentan algunas regularidades que capturamos en nuestras categorías. Una "religión" no es un sujeto ni un objeto del mundo empírico, ni tampoco una "idea platónica", eterna, homogénea, inmutable. Los discursos, en cambio, sobre las "religiones", resultan demasiado "esencialistas" (y en esto, curiosamente, los "ateos" no se diferencian mucho de los "creyentes"), parece que estuvieran hablando de entidades metafísicas, de fantasmas que vagan por alguna parte. Así, sucumben a los males del esencialismo cultural, que ya mencionábamos en otra parte: pretenden homogéneo lo que es heterogéneo, pretenden discreto lo que es continuo, pretenden estático lo que es dinámico.
Cuando hablamos del Islam como una unidad, nos referimos a una religión practicada actualmente por unos 1400 millones, extendida por todo el mundo entre grupos étnicos, países y pueblos muy diversos (kurdos, bosnios, árabes, bereberes, turcos, pakistaníes, indonesios, senegaleses, guineanos, sudaneses, nigerianos, persas, chinos y un interminable etc.); que afecta a personas con modos de vida, cultura material, idiomas, costumbres, vestimentas, reglas de parentesco, formas de organización social y política, gastronomía, etc, totalmente distintos; a ricos y a pobres, a eruditos y a analfabetos, a gente de ámbito rural o ciudadano, con caracteres y personalidad distintos, con aptitudes físicas, mentales y emocionales diferentes, con ideologías políticas y económicas distintas. Que se ha ido practicando a lo largo de 1400 años de historia. Que, para un observador externo, se mezcla con las costumbres del lugar, con la política del lugar, con la economía del lugar e incluso la religión del lugar. Si un musulmán, jefe de una tribu africana nos enseña con orgullo los ídolos de su tribu, entenderemos que su conducta es "heterodoxa", "inapropiada" o "contraria a las reglas del Islam" y habremos evaluado bien, pero para enterarnos del todo del asunto deberíamos preguntarle a él, a ver qué sucede. Si nos centramos en los "cinco pilares del Islam", que al parecer definen "para los musulmanes" la esencia de su religión o los preceptos fundamentales, nos encontramos con la profesión de fe en el Dios único (del que Muhammad es enviado), la oración, la limosna, el ayuno del mes del Ramadán y la peregrinación a la Meca. Hay muchas posibilidades de vida dentro del cumplimiento de estos cinco apartados.
Está claro; determinados documentos y sobre todo el Qu'ran proporcionan una cierta homogeneidad transcultural de este credo a lo largo de todo el mundo y de toda la historia. Así, podemos establecer una serie de pautas estandarizadas que definen la ortodoxia y la heterodoxia. Pero, aún así, la gama de interpretaciones posibles es inmensa y, de hecho, ha sucedido que las interpretaciones han sido muy variadas a lo largo de la historia. Ciertamente, en términos generales, los musulmanes otorgan una especial relevancia al texto escrito del Qu'ran (de hecho, la versión "auténtica" es la original en árabe clásico y toda traducción viene a ser una especie de comentario didáctico), lo que proporciona una cierta estabilidad, pero todos los que estamos familiarizados con las técnicas hermenéuticas conocemos sus posibilidades (aún mayores en cuestiones religiosas). Por otro lado, la ausencia de una "organización de clérigos" jerarquizada y estratificada al estilo de la estructura "religiosa" de la Iglesia Católica implica lógicamente una mayor variedad.
Desde un punto de vista puramente epistemológico, es de una brutal simpleza la reducción que aplica el ciudadano "occidental" medio -incluso con un amplio acceso a fuentes de información- con respecto a toda esa diversidad. Primero, aplica estereotipos burdos de lo que es el Islam a cualquier persona que confiese esa fe (en realidad, aunque no la confiese si proviene de determinados países o parece provenir de ellos). Después, a la manera de los fundamentalistas religiosos pero al revés, supone que esta fe es lo único que la define.
Pero en este blog no nos ocupamos sólo del conocimiento como un fin en sí mismo (que puede serlo), sino que también nos esforzamos en buscar consecuencias prácticas y políticas de nuestro discurso. Lo intentaremos en la próxima entrada.

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