Contador web

viernes, octubre 13, 2006

LAS RAÍCES DEL "MULTICULTURALISMO"

En este blog no sólo vamos a hablar de migraciones, sino también de "interculturalidad", materia que evidentemente está directamente relacionada con los movimientos migratorios, pero que va mucho más allá de ellos.
Es frecuente que, en el diálogo de besugos en el que habitualmente se convierten los debates sobre migraciones, los más reacios ante los extranjeros (o ante determinados grupos de extranjeros) la emprendan vehementemente contra el "multiculturalismo". Es posible que en cierta medida estén gastando fuerzas en combatir espantapájaros, puesto que seguramente esta expresión y sus connotaciones han sido en gran medida abandonadas por quienes de un modo u otro están más interesados en estas cuestiones, aunque también es cierto que en determinados ámbitos sigue haciéndose uso y abuso de este concepto. Los "xenofílicos", aunque no seamos estrictamente "multiculturales", nos damos por aludidos y seguimos la corriente, cumpliendo perfectamente nuestro rol en un debate perfectamente estéril. Quizás hacemos esto porque nos sentimos en cierto modo herederos del multiculturalismo. Por mi parte, acepto la herencia, pero a beneficio de inventario; vamos, que aprovecho lo que pueda sacar, pero no respondo de las deudas que no son mías.

A salvo de los planteamientos relativistas que existían desde la antigüedad, podría decirse que la raíz de la idea-fuerza del multiculturalismo se encuentra en el "héroe cultural" y "padre fundador" de la antropología académica norteamericana -un físico alemán-, Franz Boas (1858-1942) y sus "discípulos" (aunque el término en sí mismo considerado y su uso como modelo de convivencia es muy posterior). Antes de Boas, prácticamente toda la ciencia social seguía con menor o mayor énfasis patrones racistas y etnocentrados (de manera que, por cierto, las acusaciones de "racismo" para pensadores anteriores tienden a estar descontextualizadas). Raza, lengua y cultura aparecían difuminadas y confusas en un totum revolutum fraguado a veces con escasa empatía y sin muchas intenciones de penetrar en la lógica interna de las conductas. En definitiva, el etnocentrismo era tan pronunciado que no nos enterábamos de nada.

Como muestra de lo alejado que se estaba en aquel tiempo de un mundo "políticamente correcto", contémplense un par de aseveraciones de William McGee, primer presidente de la American Anthropological Association (citadas por Marvin Harris): en artículos de la revista científica American Anthropologist.

-"Posiblemente la sangre anglosajona es más potente que la de las otras razas; pero ha de recordarse que el lenguaje anglosajón es el más simple, el más perfecta y simplemente simbólico que el mundo ha visto jamás; y que gracias a él el anglosajón guarda su vitalidad y energía para la conquista en lugar de desperdiciarlas en la Juggernaut de un mecanismo engorroso para la comunicación del pensamiento" (1895)

-"El salvaje está extremadamente cerca de las especies subhumanas en todos los aspectos de su mentalidad, tanto como en sus hábitos corporales y en su estructura corporal" (1901).

Desde el punto de vista de la ciencia social, la lucha frente al etnocentrismo (llamada relativismo cultural y que nosotros preferimos denominar relativismo metodológico) supuso una conquista importante. Sólo asumiendo la dignidad de las culturas "salvajes" se ha podido descubrir la tremenda riqueza expresiva de lenguas supuestamente "bárbaras" que se creían alaridos primarios; sólo tomando en serio las culturas como sistemas de conocimiento se han advertido complejísimas taxonomías (de hecho, más complejas que las de la Biología standart en lo que refiere a la fauna y flora local) o métodos de orientación de asombrosa precisión como los que utilizan los polinesios para recorrer larguísimas distancias en canoa. Sólo aproximándose al estudio de la conducta en su contexto socio-cultural, al margen de prejuicios puede verdaderamente uno acercarse a la comprensión del comportamiento humano.

Al margen de la ciencia, desde el punto de vista político, el revulsivo fue también en general "positivo"; ni que decir tiene que el progresivo reconocimiento de la dignidad de las "culturas" que podríamos llamar simplificadamente "no-occidentales" cumplió un importante papel instrumental en el reconocimiento de la dignidad de las personas adscritas a estas "culturas". Dado que iban encajando con las circunstancias estructurales del momento, las ideas "multiculturales" -reconocimiento de la "igualdad" de las distintas "culturas"- no quedaron como cosas de antropólogos, sino que han ido teniendo un cierto éxito social (lo que ha derivado inevitablemente hacia una cierta vulgarización). En el melting pot estadounidense, el "multiculturalismo" sirvió de necesario contrapunto dialéctico frente a la doctrina o la práctica -muy querida, pero en cierto modo imposible- de la "asimilación" en lo que refería a la integración de los inmigrantes (y el propio Boas lo era). Seguramente también las ideas "multiculturales" sirvieron de fundamento ideológico para gestionar los procesos de descolonización del llamado "Tercer Mundo". Por último, pudieron suponer algún tipo de asidero ante el horror que conmovió el mundo tras la II Guerra Mundial, al contemplar las consecuencias más extremas de los discursos racistas.

Ahora bien, el hecho de que el multiculturalismo fuera en su momento una doctrina útil, así como la constatación de que todos aquellos que propugnamos la dignidad de los que son diferentes somos en alguna medida tributarios de estas ideas, no debe distraernos de los dos pecados "originales" que tendencialmente presentan los planteamientos multiculturales: el esencialismo cultural y la apariencia del punto de vista neutro. Esto lo veremos poco a poco en próximas entradas.

No hay comentarios: