Aunque hayamos aceptado jugar al "juego de la integración", y por tanto nos propongamos examinar qué es lo que consideramos irrenunciable y qué lo tolerable, el sueño de una asimilación imposible puede todavía deslizarse inconscientemente, haciéndonos actuar irracionalmente en perjuicio de nuestros objetivos. Los mecanismos que utilizamos para ello se parecen a los "tropos" literarios: juegan con las palabras, los significados, y las relaciones simbólicas que pueden establecerse entre las cosas.
Para ilustrar esto voy a utilizar un ejemplo, donde aparecen dos de estos mecanismos (el segundo lo dejamos para la próxima entrada).
Hernando de Talavera, el primer arzobispo de la Granada reconquistada tenía como objetivo –como es comprensible- la conversión de los musulmanes granadinos al cristianismo. Parece ser que destacó por lo que hoy llamaríamos “talante”, al desplegar una estrategia más bien “suave” y oponerse a la coacción en las conversiones, en comparación con los métodos más duros de su sucesor, Cisneros.
A pesar de estas buenas intenciones, en las admoniciones que hace a los conversos, los conmina a adecuarse en todo a los cristianos "en vestir y calzar y comer y en mesas y en viandas guisadas como comúnmente las guisan, y en vuestro andar y en vuestro dar y tomar, y, más que mucho, en vuestro hablar, olvidando cuanto pudiéredes la lengua arábiga y haciéndola olvidar y que nunca se hable en vuestras casas." Es decir: para ser cristianos, tenían que dejar de ser ellos mismos para siempre y parecerse en todo a los castellanos; resultado que, aunque hubieran anhelado, nunca habrían podido conseguir. Su política bienintencionada estaba condenada al fracaso. Sería un exceso por mi parte atribuir a esto -sin pruebas- lo que sucedió después pero, desde un punto de vista narrativo, el cuento continúa de manera apropiada para que yo inserte mi moraleja. Su política realmente fracasó: lo sustituyó Cisneros, con una línea mucho más dura y provocadora, lo que seguramente contribuyó a las revueltas de una población que seguramente nunca llegó a integrarse de manera funcional.
A pesar de estas buenas intenciones, en las admoniciones que hace a los conversos, los conmina a adecuarse en todo a los cristianos "en vestir y calzar y comer y en mesas y en viandas guisadas como comúnmente las guisan, y en vuestro andar y en vuestro dar y tomar, y, más que mucho, en vuestro hablar, olvidando cuanto pudiéredes la lengua arábiga y haciéndola olvidar y que nunca se hable en vuestras casas." Es decir: para ser cristianos, tenían que dejar de ser ellos mismos para siempre y parecerse en todo a los castellanos; resultado que, aunque hubieran anhelado, nunca habrían podido conseguir. Su política bienintencionada estaba condenada al fracaso. Sería un exceso por mi parte atribuir a esto -sin pruebas- lo que sucedió después pero, desde un punto de vista narrativo, el cuento continúa de manera apropiada para que yo inserte mi moraleja. Su política realmente fracasó: lo sustituyó Cisneros, con una línea mucho más dura y provocadora, lo que seguramente contribuyó a las revueltas de una población que seguramente nunca llegó a integrarse de manera funcional.
Hoy en día, en una Europa laica, con libertad de culto y las religiones más variopintas, no podemos pretender que la integración de los extranjeros se cifre en la conversión a una religión concreta. Pero con el ejemplo quiero mostrar como don Hernando pedía una cosa distinta de lo que quería, poniendo seguramente dificultades añadidas a todo el proceso: su objetivo era la conversión, pero lo que solicitaba era la transformación de una serie de cosas que no tienen nada que ver con la fe pero que, de alguna manera, la simbolizaban. Se trata de un tropo, una especie de metáfora. Hoy en día nos puede pasar lo mismo; incluso nos puede pasar justo al contrario: utilizamos la religión (pero también, como antaño, la vestimenta, el acento, la gastronomía, etc.) para simbolizar una serie de cosas que no necesariamente tienen que ver, que no siempre definimos o verbalizamos y que son las que realmente nos interesan. Determinar claramente qué es lo que consideramos irrenunciable en esta negociación bilateral de la integración mutua y no referirnos a ello con metáforas que complican aún más lo que ya es un trabajo duro nos ahorrará tiempo, sufrimientos, esfuerzos y disgustos.
7 comentarios:
Como muy bien decía Shylock en el mercader de venecia, pidiendo su libra de carne, no era su incultura ectnica o la socialización de su raza, la que le llevaba a su furibunda actitud, más bien el desconocimiento de la ley. Pero otra cosa bien distinta, es la consecuencia de convivir, ya sea a través de olores gastronómicos o costumbres que desconocemos,de todo aquello que no sabemos nos da miedo, y contra el miedo y la intolerancia lo mejor es viajar, ya lo decía Goethe en sus famosos cuadernos de viaje, y de eso hace ya algun tiempo.Nuestra sociedad no esta preparada para estos cambios que se avecinan y mucho menos la española, el discurso de lo politicamente correcto, queda bien a nivel de escaño, o de una izquierda progre que todavía no ha salido del cascaron de Marx y Engels, es más se vive un retroceso arcaico respecto de las ideas o proyectos de futuro, que incluso las propias ONG, no consiguen llenar, parafraseando a Margaret Mead, decía de una tribu africana, que para la educación de un solo niño de la tribu, hacian falta todos, no solo su familia. Ante este simple ejemplo de un pueblo primitivo, como vamos a adptarnos a todo lo que se avecina, y lo que esta por llegar,si nuestro sistema judeo-cristiano esta en crisis, como vamos ha entender algo que nos llega de fuera, y no son solamente olores, o formas de vestir es una concepción no arraigadas en nuestro sistema occidental.
Gracias por el comentario, Larry, viene bien saber que hay alguien por ahí ;-). Y sin embargo, los cambios se avecinan, ¿y entonces qué? Esa es la pregunta. Lo que está claro es que si nos quedamos de brazos cruzados esperando una especie de catástrofe natural, entonces seguro que no nos adaptamos.
El fatalismo de los que anuncian el destino ominoso e implacable (como refería en la primera entrada del blog) es igual de inmovilista que la ingenuidad de lo que piensan que basta con entonar un don't worry, be happy (sonreir está muy bien y es necesario, pero no basta).
Me parece claro que vamos a tener problemas, unos y otros y los de más allá; y seguramente los problemas, las tensiones, los conflictos, van a subir de intensidad ¿nos cogerá el asunto preparados y bien armados ideológicamente o esperaremos a ver cómo se hunde todo? Bueno, no es para tanto, todas las épocas históricas han tenido problemas y los retos de la convivencia intercultural son uno de los problemas de la nuestra.
Yo no creo que sea una cuestión de on/off, encendido/apagado: o tenemos el problema o no lo tenemos. En tal caso, más nos valdría evadirnos de todo, porque lo vamos a tener. La cuestión es simplemente qué podemos hacer para que la situación sea más pacífica, agradable, habitable respecto a la alternativa de no hacer nada.
Después de leerte a ti, me ha sorprendido leer el análisis de Joselu de un caso muy concreto (pero quizá también típico, en cierta medida) en http://olahjl2.blogspot.com/2006/09/hafida-en-su-nuevo-curso.html
Creo que puede interesarte.
Gracias, Al, como siempre.
Buenas noches
Vivo en un pueblo de Teruel, que hace unos cuatro años tenía 3.500 habitantes censados y casi ningún inmigrante. Actualmente es probable que el número de habitantes se haya doblado. En principio esto parece que ha sido beneficioso pues era urgente la venida de mano de obra, sobretodo para la construcción. También el comercio está creciendo, cosa que se agradece en un sitio tan pequeño. Por ahora no hay problemas de delincuencia, aunque sí alguno de racismo protagonizado por gamberros.
Hay un fenómeno curioso y es que emigrantes y autóctonos ocupan el mismo espacio, pero en diferente tiempo, como en la leyenda vasca de los gentiles. Por ejemplo en los supermercados.
Mí pregunta es: ¿cual va a ser la evolución de la situación dada la experiencia que hay en otros lugares en casos semejante?
No sé si con los datos que he dado será suficiente
Un saludo
PD En cierta forma yo también soy emigrante pues llevo aquí solo nueve años.
Gracias, Feijoo.
Pues, la verdad, no tengo muchas dotes de adivinación. Lo que sí intuyo es que en ese pueblo de Teruel y en todas partes va a haber problemas y seguramente graves. Negar que vaya a haber problemas es tan inútil como vivir en un mundo imaginario e idealizado pre-inmigrantes y pretender retornar a esa realidad. Nadie puede oponerse a la inmigración, es tanto como oponerse a la globalización.
Esas son las reglas del juego. Vamos a jugar en un mundo donde la diversidad étnica va a ser grande. Eso va a ser bueno, pero también va a traer muchos problemas. Lo que tenemos que hacer es adaptarnos a esa situación, buscar lo positivo y estar dispuestos, sin ingenuidades a enfrentarnos correctamente a lo negativo.
Fíjate en esas gamberradas racistas: seguro que ellos creen que están solucionando algo. En realidad, están CREANDO EL PROBLEMA. Marcando las fronteras de un "ellos" y un "nosotros", que "ellos" mismos terminarán por creerse. Construyendo comunidades separadas que ahondarán en su separación. Lamentablemente, habrá más, cuanto menos mejor.
Aunque sin ingenuidades ni idealizaciones del extranjero, nuestra postura tiene que ser firmemente antirracista y fuertemente pro-inmigrante (en realidad pro-persona). Eso no va a evitar los problemas, que nos rebasan. Pero sí que nos situará en una posición privilegiada para afrontarlos. Tiempos interesantes, sin duda.
(Soy Feijoo)
Hola de nuevo
Totalmente de acuerdo contigo. La idea fundamental es que todos estamos en el mismo barco y a todos nos interesa que funcione.
Un saludo
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