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lunes, noviembre 06, 2006

LA NEUTRALIDAD APARENTE


Al margen de los problemas derivados del esencialismo cultural, cuando desde el "multiculturalismo" tradicional se determina que todas las "culturas" son "iguales" ¿se está hablando "desde fuera" del mundo moral? ¿más allá del bien y del mal? Como dice el ilustre Zapp Branigan, con el enemigo uno al menos sabe a qué atenerse, pero con los neutrales ¿quién sabe?

Me parece útil sacar a la palestra la distinción entre juicios de hecho y juicios de valor (yo añado un tercer tipo mixto pero no viene al caso). Los sofistas ya advirtieron que, al contrario que los juicios de hecho, los juicios de valor no son verificables empíricamente. Si yo digo "El blues mola" o "hace frío" no hay manera de comprobar objetivamente si "tengo razón"; todo lo más, se pueden convertir en juicios de hecho verificables "A Antonio le gusta el blues" o "Antonio tiene frío", o bien hacerse cálculos estadísticos para saber si a mucha gente le gusta ese tipo de música, o se puede medir la temperatura y deducir si mi sensación es anómala en comparación con la que sentirían la mayoría de las personas. Los relativistas extremos caen en la trampa de creer que, por el mero hecho de que estos juicios no son "objetivos", carecen de sentido (¡como si las personas fuéramos objetos!) y así, se niegan así mismos al negar su propia experiencia de valoración de la realidad. Por ejemplo, salvo que tengamos un día especialmente ingenuo, somos conscientes de que la razón de nuestro cariño por la gente que queremos no estriba en sus especiales cualidades objetivamente mensurables y contrastables, de manera que fueran el resto de las personas del mundo las que hubieran errado en sus preferencias; pero ello no nos impide seguirlos queriendo y disfrutar (o sufrir) esta experiencia.

El relativismo arcaico tendía a considerar que los juicios de valor eran completamente "subjetivos", lo que no es del todo cierto, dado que en realidad son "intersubjetivos", es decir, compartidos. En primer lugar, son intersubjetivos debido a la "unidad psíquica de la humanidad", es decir, al hecho de que todas las personas estamos hechas más o menos de la misma pasta; así un chirrido infernal y ensordecedor que dura una hora y hace daño al oído no podrá parecerle a nadie una música hermosa, por más vanguardista que sea, nadie tiene "calor" a cincuenta grados bajo cero y tienen que darse circunstancias muy especiales para que un padre no quiera a su hijo. En segundo lugar, son intersubjetivos porque se comunican, se difunden, se propagan, se negocian, se reformulan en distintos contextos sociales y culturales; así, al margen de teorías místicas sobre la música circulando por la "sangre", un "gitano" "español" tiene bastantes probabilidades de disfrutar del flamenco porque esta música haya formado parte de su historia personal; "el roce hace el cariño" e incluso el frío puede contagiarse en algún caso. Si el relativismo arcaico cargaba las tintas en el "subjetivismo", el relativismo "multicultural" tiende a magnificar esta influencia de la "cultura" considerada como una "cosa" homogénea que determina casi completamente la conducta del individuo. Así, lo que hacemos está determinado por nuestra "cultura", de manera que todos los juicios morales son relativos, porque son culturales y todas las "culturas" son iguales en dignidad dado que cualquier comparación que se haga entre ellas será "etnocéntrica".

Este argumento cae en la típica contradicción del relativismo extremo. Parece una opinión objetiva, científica, impersonal, al margen de todo etnocentrismo. El robot alienígena e inhumano "Neutro" con el mundo en sus manos que aparece en la ilustración. No obstante, ahora que nos hemos desembarazado de una visión esencial de las culturas es más fácil ver que los "multiculturales" están también -como todo el mundo- culturalmente condicionados. Boas y sus epígonos no surgieron del vacío de la inexistencia ni del corazón de la selva amazónica, sino de una sociedad concreta: la sociedad norteamericana a finales del siglo XIX y durante el siglo XX. Aunque hay experiencias de relativismo por doquier, el multiculturalismo tal y como lo conocemos sólo puede surgir en una sociedad funcionalmente especializada, "individualista" en el sentido de Berger y Luckman (es decir, la gente está acostumbrada a cambiar de "roles", de manera que estos no se imponen tan automáticamente como en las sociedades menos complejas y puede contemplarse el rol social con cierta distancia). Los multiculturales estaban imbuidos de "cultura occidental" -si es que el término significa algo- y también de "cultura multicultural" en la medida en que en las sociedades modernas conviven diversos patrones ideológicos, que, por supuesto, son también "culturales" en el sentido que utilizábamos en las entradas anteriores.

Así pues, la idea de que "todas las 'culturas' son iguales" es un juicio de valor, tan "subjetivo" y al mismo tiempo tan "culturalmente condicionado", es decir, tan "etnocéntrico" como la idea de que "mi 'cultura' es superior a las demás". Como tantos juicios de valor, ambas ideas se imponen a los "nativos" (es decir a las personas que operan en un marco cultural) como si fueran pura realidad objetiva, grabada a fuego en las raíces de la existencia humana. Pero no son verificables. El problema específico de la primera es que no puede evitar caer en las contradicciones lógicas del relativismo: "no hay ninguna verdad absoluta y esto es absolutamente cierto"; cualquiera que diga que todos los patrones culturales son iguales en valor debe aceptar que esa misma afirmación sea relativizada y que los nativos de las "culturas" que tú consideras "iguales" estén culturalmente condicionados para creer que esto no es cierto.

Pero entonces si en el debate ético nos ponemos de acuerdo en una serie de valores, de axiomas, de principios "superiores" a otros, ¿podríamos entonces argumentar sobre esos axiomas que una "cultura" es "superior" a otra o que, por el contrario, todas las "culturas" son iguales, en base a la densidad de estos principios que hemos considerados "superiores"? Lo veremos en seguida.

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