El auge del prestigio social de las ONG's se produjo seguramente durante la década de los 90. Coincidió en el tiempo con toda una serie de fenómenos conectados entre sí que, como el propio "fenómeno ong" ya se habían ido desarrollando o al menos gestando durante la década anterior: el resurgir del neoliberalismo y de la desregulación del mercado, el conjunto complejo de elementos que caracterizamos como "globalización", el fin de la "guerra fría" y la derrota del bloque soviético (con todos sus efectos simbólicos y económicos), el consiguiente descenso de la ayuda oficial al desarrollo (cuando desaparece el peligro de que los "pobres" se vuelvan "comunistas"), la crisis de legitimidad de los partidos políticos y sindicatos, la privatización y externalización de los servicios públicos, etc. Por un lado, las ong's se volvieron "necesarias", para afrontar las nuevas contradicciones y disfunciones sociales del momento; por otro lado, durante un tiempo se consideraron como un nuevo espacio para la reconstrucción de las pautas de solidaridad y de participación de la gente en la vida social y en su transformación, en un momento en el que muchos ciudadanos activos contemplaban los partidos políticos y sindicatos como entidades burocráticas, esclerotizadas, colapsadas por sus jerarquías internas e incapacitadas para generar cambio social debido a la ley de hierro de la oligarquía y sus servidumbres hacia el sistema establecido.
Hoy en día, las ong's se han consolidado y eso las ha convertido en un elemento más del sistema social; han ido pasando los años y se han ido adaptando a su interacción con los demás elementos. Su prestigio ya no es ni mucho menos indiscutible y a estas alturas es evidente que globalmente ya no encarnan esas ¿ingenuas? esperanzas de transformación del mundo. Es el signo de la historia, los cambios nunca dejan el mundo igual de lo que estaba, pero siempre hay un cierto efecto pendular: la Revolución francesa "empezó" guillotinando al Rey y desembocó en el reinado imperial de Napoleón, heredero de la República. De manera similar, para sobrevivir y desarrollarse, las organizaciones no gubernamentales terminaron incorporándose en cierta medida a aquello que aparentemente combatían. Habíamos dicho que surgieron para afrontar las nuevas disfunciones del sistema, pero, al "curar" parcialmente algunos de sus males, terminaron por legitimar y reproducir al resto de los elementos (la desregulación, la privatización y subcontratación del servicio público, la reducción de la ayuda al desarrollo, etc.) y precisamente, esta "necesidad" de reproducción de las desigualdades sociales reduciendo disfunciones contribuyó al crecimiento y desarrollo de este "tercer sector".
A veces la propia denominación de "no gubernamentales" puede tener algo de paradójico; a largo plazo, su estructura organizativa depende de un personal "contratado" que inevitablemente termina desarrollando un interés propio. La estabilidad real de las relaciones de trabajo en estas empresas no lucrativas depende totalmente de las subvenciones obtenidas de los poderes públicos (o, en su caso, de los poderes privados). En el mejor de los casos, este fenómeno mina su independencia, orientando o centrando su actividad hacia lo que al poder público resulta interesante; aquellos con sueños de transformación o participación social pueden terminar aplazándolos indefinidamente, devorados por el "día a día". En el peor de los casos, las ong's pueden acabar como meras subcontratas del "Estado" o incluso como corporaciones de interés que parasitan recursos públicos justificando programas ineficaces a base de rellenar "papeleo". Los poderes públicos consiguen así desligarse parcialmente de su función de canalización de las disfunciones sociales, reduciendo costes y obteniendo una mayor flexibilidad y margen de maniobra para sus políticas. El problema es que con una multitud de pequeñas ong's en constante "competencia" por unos recursos escasos, la intervención social puede terminar resultando dispersa, con solapamientos inútiles y huecos por cubrir, y, por otra parte, incoherente, con principios y patrones contradictorios entre sí. Lógicamente, también hay elementos "positivos" de esta descentralización de las políticas públicas: la flexibilidad organizativa, la reducción -relativa- de la burocracia y, en muchos, la mayor cercanía a los usuarios debido a los perfiles de su "personal" pueden introducir elementos de calidad. No obstante, la precariedad de la situación laboral de este personal tiende también a minar progresivamente su motivación (y la "militancia" suele ser mala compañera del trabajo asalariado).
Me da la impresión de que este análisis global puede aplicarse también a la intervención de las ong's en materia de inmigración, en el bien entendido de que se trata de un análisis estructural, no de una valoración moral del mérito o demérito individual de las personas de "carne y hueso" que forman parte del entramado. El poder público presiona con fuerza para configurar estas organizaciones como entidades prestatarias de una serie servicios que esete poder no da directamente a los extranjeros, ni de un modo "normalizado" (es decir, no como extranjeros sino como personas) ni de un modo específico (atendiendo a sus peculiaridades). Con una cierta lógica perversa, la exclusión social de los extranjeros -vinculada en gran medida a la función que cumplen como infraclase trabajadora en la acumulación de capital-, termina haciéndose "socialmente sostenible" a través de estos servicios descentralizados financiados por el "Estado". Señaladamente, la relativa "invisibilidad" de derechos cívicos y sociales de los llamados "ilegales" no se hace peligrosa para el entramado social que explota su trabajo irregular gracias a esta atención limitada y paliativa que el "Estado" sólo presta de modo indirecto. Las organizaciones verdaderamente animadas por un espíritu de reivindicación, participación ciudadana y transformación social siguen esforzándose en ello, pero terminan viviendo una escisión esquizofrénica entre su propio discurso y la realidad cotidiana, condicionada por la función que cumplen en la reproducción del sistema. Como dijo el que en Parapanda llaman el "barbudo de Tréveris", no es la conciencia de las personas lo que determina su existencia sino su existencia social lo que determina su conciencia.
Por supuesto, hay un espacio para la reivindicación y esto no está del todo mal. Gracias a eso se escucha una voz xenófila (favorable a los extranjeros) en diversos foros públicos. Pero tiende a ser jsutamente el espacio permitido por las reglas del juego. Es decir, el espacio suficiente para legitimar las políticas públicas a través de la imagen del "diálogo" y de la toma en consideración de intereses diversos a través de estructuras descentralizadas. En suma, el "diálogo social" en una democracia pluralista. Lo que no es negativo, pero marca unas fronteras de lo "institucionalmente correcto". Está bien que nos recuerdes el interés de los extranjeros, pero no hace falta que te "desmadres".
Todo esto puede parecer una crítica demoledora, cínica, desesperante. Si los partidos generalmente no se ocupan de quien no puede votar, los sindicatos tienen dificultades para integrar a los outsiders de la clase obrera y las ong's se dedican a suplir las carencias de un Estado social insuficiente, ¿no hay nada que hacer? Hemos aprendido que toda sociedad tiene sus contradicciones. Ahora, en el otoño de la idealización de las ong's tenemos que asumir que toda organización humana también. Sin embargo, las sociedades y las organizaciones evolucionan, se transforman, precisamente al hilo de sus contradicciones y disfunciones; no exactamente como estaba previsto en nuestros planes, pero si no hubiéramos hecho planes, no hubiera pasado nada. Para ser (modestos) protagonistas de la historia de nuestra sociedad y de nuestras organizaciones basta con encontrar nuestro sitio, que nunca va a ser del todo cómodo; localizar las contradicciones, analizarlas y hacer planes de batalla. Y luego abrazarnos a estas contradicciones y lanzarnos al vacío de la incertidumbre. Lo que haya de ser será distinto de aquello que imaginábamos, pero lo importante es que estuvimos allí.
7 comentarios:
Antonio coincido plenamente con tu análisis. Solo pondría alguna objeción en una cuestión de grado.
Actualmente trabajo en una ONG, CEAR, vinculada en exclusiva al ámbito de las migraciones y el derecho de asilo.
A día de hoy estamos inmersos en un periodo de reflexión interna que, precisamente, nos permita reconocer y poner blanco sobre negro esas contradicciones internas de las que tu hablas.
Has coincidido al identificar esos factores estructurales que, en nuestro análisis de debilidades y fortalezas, han dibujado el mapa de riesgos a combatir.
Por suerte somos una organización relativamente grande y con un financiación estable. Sabemos que en comparación con otras organizaciones jugamos con un mayor margen de maniobra. Laboralmente nos sentimos también mas seguros.
Quizá por esto último discrepo en el grado de "comodidad" que representamos. Creo que nos situamos un poco más cerca de lo "institucionalmente incorrecto" de cuanto tu señalas. No hablo de formas sino de fondo. Me refiero a hablar y ser escuchados antes que a hablar muy alto, que también.
Son ONGs quienes han denunciado y conseguido importantes pasos en el reconocimiento de derechos.
Un ejemplo, somos tan poco "cómodos" como para que, a día de hoy, con la reforma de la ley de asilo en la cocina, y siendo interlocutores habituales, no se nos envíe el borrador de la misma... Lo puedes ver en la web de CEAR.
... Ya te digo... coincido en lo esencial pero creo que buena parte del papel de las ONGs es ir dando golpes a ese margen de lo "correcto", hasta ir ampliándolo. en eso consiste, no?.
Un abrzo
Hola: Te felicito por tu blog y me felicito por haberlo encontrado.
Yo soy voluntario en una ONG (me ocupo de la asesoría jurídica en materia de extranjería y también de orientación laboral) y considero que es muy importante que nuestra voz se oiga en estos foros.
Con mas calma leeré tus entradas que seguramente serán muy interesantes.
Hola de nuevo. Comparto gran parte de tu análisis y también estoy de acuerdo con JLuis. En función al tipo de ong con la que colaboramos podremos matizar nuestras opiniones.
Yo he colaborado como voluntario en CEAR (Bilbao) varios años. Actuaba en los programas "empléate" y "dirígete" de orientación laboral. y, esde esa perspectiva puedo entender a J.Luis por cuanto que la gran parte del equipo era asalariado y unos pocos eramos voluntarios.
Ahora, he venido a Oviedo y colaboro como voluntario en Cauce que es una fundación muy nueva, muy pequeñita y con una carencia de recursos enorme.
Aquí como todo se necesita, hago asesoría jurídica, orientación laboral, y además coordinador del voluntariado. Todas las actuaciones están basadas en voluntarios altruistas, y las opticas son diferentes a las de CEAR.
Pero es igual, sea como sea, lo importante es que estamos ahí y que remamos en una dirección.
Muchas gracias, jluis, Guillermo (y bienvenido al segundo). Como me temía, la expresión del texto me ha quedado un poco "derrotista", por lo que me viene bien que pongáis un poco de contrapunto de esperanza. De la misma manera que no se trata de "culpar" a nadie (yo no creo en las culpas colectivas y las individuales cada vez me importan menos respecto de la comprensión), tampoco se trata de pintar un panorama negro en el que no hay nada que hacer.
Yo creo, desde luego, que este análisis es real. Que esos problemas y contradicciones son reales y que están presentes en este mundo. En distinto grado y con distintas manifestaciones en función de factores estructurales diversos. De la misma manera que no creo que las dificultades de los sindicatos para integrar a los outsiders tengan que ser insalvables.Ser conscientes de esto no es pintar una realidad oscura, sino afrontar los retos.
Desde luego, me consta que hay bastantes que callan por no responder demasiado al poder que les da entidad. Me consta también que hay organizaciones no se callan, pero que a veces esto implica algún problema. Pero quiero ir un poco más allá de las bocas cerradas. Hay condicionamientos que son más sutiles y que afectan a quienes permanecen más fieles a sus principios: los de la agenda.
En primer lugar, el esfuerzo dedicado a prestar estos servicios (que a veces deberían ser prestados de manera normalizada) implica un desgaste que dificulta otras cosas. En segundo lugar, cuando hablo del espacio del diálogo social no sólo me refiero al contenido de las opiniones sino a quién marca la agenda. Está muy bien y es muy necesario que las ongs se pronuncien cuando va a salir una normativa relacionada con la inmigración. Pero si nos quedamos ahí, vamos siempre al ritmo que marca el poder público, al ritmo de sus planes y sus decretos, criticando, parcheando, denunciando, impugnando. Cosa que hay que hacer pero... ¿habrá que abrir espacios de reflexión para plantear alternativas completas, políticas completas, visiones más generales con consecuencias concretas? Y no digo que no se haga, pero a veces cuesta.
Antonio, ... estamos más de acuerdo de lo que puede parecer.
Así es, no es cuestión de culpar ni tampoco de cerrar la puerta, y yo también creo que tu análisis es acertado... precisamente por eso andamos ahora metidos en análisis y reflexiones.
También de acuerdo en cuanto que hay organizaciones mas calladas.. "no se vaya a mosquear el patrón..." que otras.
Y por acabar también creo que faltan esos espacios de reflexión y planificación. No hace mucho planteaba una compañera la necesidad de emplear mas esfuerzo en actuar sobre la convivencia antes de que se convierta en un problema.
La tendencia y los recursos se dirige a afrontar lo inmediato, lo exigido, sin mirar demasiado adelante... Tienes mucha razón
Un abrzote
Hola Antonio,
Estoy de acuerdo en todas tus palabras, la verdad que expresas a la perfección muchas cosas que he pensado. Cómo se pueden llamar no gubernamentales, si es el gobierno el que las sostiene? (estatal, autonómico, local...)Y la denuncia que se hace,muchas veces es sólo sobre el papel. En materia de extranjería se cometen muchas irregularidades por parte de la administración, y muchas organizaciones prefieren mirar hacia otro lado, o luchar hasta un límite que no implique pérdida de subvenciones. Por otro lado, se dan situaciones surrealistas, como que una persona tenga 3 trabajadores sociales, 2 orientadores laborales, un psicólogo, una asesoría jurídica detrás, y al final, ni tiene autorización para trabajar, ni tiene trabajo, ni tiene salud. Un despropósito.
Un saludo.
Patricia
Quizá yo soy muy crítico con las ong's a veces...pero esto es como el que pone verde a las monjitas de los asilos...ya ya, serán unas brujas amargadas, pero ¿quién se atreve a dar su vida por los demás y va a coger el testigo?
Con los claroscuros que señala José Luis, y las penalidades y la falta de medios, y a veces de filosofía y de rigor, etc...tengo que reconocer que se hacen grandes cosas desde las ongs de extranjería...y en alguna ocasión he visto a sus miembros hacer heroicidades.
a veces más vendidos al poder a veces menos...hay mil ongs...pero allá donde se encuentran varias personas que de forma valiente intentan cambiar las cosas es donde me gustaría estar...
Por supuesto hay mucho sitio para la crítica...pero en las ongs hay mucha esperanza...(es gracioso, la suelen traer los que entran nuevos...que regeneran una y otra vez las ganas de cambiar el mundo cuando los que llevan mucho tiempo saben que bueno, no es tan fácil).
Mi reconocimiento a estas entidades.
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