Contador web

sábado, diciembre 29, 2007

LOS CARNICEROS DE UTOPÍA (III): EL EJÉRCITO INDUSTRIAL DE RESERVA

Coincidiendo con una nueva sentencia del TC que viene a decir lo mismo, dejamos el mundo de la jurisprudencia para volver de lleno al tema del mercado de trabajo. Se recordará que en la primera entrada sobre los "carniceros de utopía" habíamos hablado del "efecto llamada" del mercado de trabajo español y la contribución del trabajo de los migrantes al crecimiento económico a través de la cobertura de puestos de trabajo de escaso valor añadido. En la segunda entrada hemos visto como el "familiarismo" del sistema de bienestar español y, desde otro punto de vista, el familiarismo que rige en los países de origen hacen posible esta redistribución de los puestos de trabajo.

Esta peculiar división del trabajo convierte a los migrantes en los "carniceros de Utopía", los trabajadores de la trastienda de nuestro Estado del Bienestar. En teoría y en abstracto, esta situación es "injusta", dado que genera desigualdades sociales y económicas fundadas, en último término, en el origen étnico de las personas. En la práctica, es una condición estructural contra la cual es inútil luchar en términos generales: los movimientos migratorios no se producen por azar, sino que son impulsados precisamente por estas "necesidades" de obtener fuerza de trabajo en condiciones de relativa precariedad. De hecho, los propios migrantes, incluso aquellos que tienen un buen nivel formativo, asumen en sus proyectos migratorios esta posición inicial de debilidad en el mercado de trabajo: generalmente no se hacen ilusiones de entrar en nuestro mercado laboral "por la puerta grande", sencillamente porque esto no es posible, salvo en casos muy concretos, poseyendo cualificaciones muy específicas. En este contexto, creo que no merece la pena combatir esta segregación inicial en los empleos; es preferible dedicar nuestros esfuerzos a conseguir que la precariedad sea la mínima posible (y, desde luego, que las condiciones de empleo cumplan unos mínimos de dignidad) y a evitar que estas desigualdades se reproduzcan a través de procesos discriminatorios, condenando a estos migrantes, o incluso a sus hijos y nietos, a permanecer toda su vida laboral en esta posición subordinada. Es decir, hay que procurar que esta segregación de entrada sea lo menos intensa y lo menos duradera posible.

Desde el punto de vista de los trabajadores españoles, las migraciones tienen un efecto, como ya se ha dicho, globalmente positivo. Al permitir el crecimiento de estos sectores que utilizan de manera intensiva la fuerza de trabajo, crece la economía nacional y se generan nuevos empleos en mejores condiciones, que pueden ser asumidos por los españoles, que, al encontrarse protegidos por el paraguas del familiarismo, tienen mayor libertad para escoger. Ahora bien ¿hay efectos negativos? ¿Hay algo de cierto en los mitos apocalípticos según los cuales los migrantes "quitan el trabajo a los españoles" o devalúan las condiciones de trabajo de los trabajadores auctóctonos?

Yo creo que sí que hay algo de cierto en el mito y que eso es lo que lo hace peligroso, porque esta realidad un caldo de cultivo para el crecimiento de la xenofobia entre los más desfavorecidos. Siempre percibimos la realidad conforme a una estructura de categorías configurada por nuestros prejuicios ideológicos (por ejemplo nuestras "etiquetas étnicas"), pero son los datos fácticos -leídos desde nuestras categorías- los que refuerzan y mantienen nuestra creencia sobre la sociedad. En este caso, las categorías nacionales (españoles/extranjeros) resultan sumamente dañinas para los intereses globales de los trabajadores más precarios porque impiden la defensa colectiva de intereses muy similares. Divide et impera: divide y vencerás. Por eso hay que tender a destruir o al menos disminuir la relevancia de las categorías étnicas, la significación del "país de los trabajadores", centrándose en la percepción de los intereses comunes.

Si hay algo de cierto en el mito, entonces es nuestra responsabilidad asomarnos a esta realidad; si nos conformamos con oponernos simbólicamente a la idea, puede que la xenofobia nos gane la partida cuando lleguen épocas de "vacas flacas". Sólo que no es preciso examinarlo como una partida de ajedrez entre migrantes y acutóctonos: simplemente, el mantenimiento de determinados sectores marginales en el seno de la clase trabajadora en cada sociedad permite hasta cierto punto mantener bajas determinadas condiciones laborales: otra vez la idea del ejército industrial de reserva.

La realidad del mercado de trabajo es muy compleja: es cierto que muchos puestos de trabajo de escaso valor añadido simplemente desaparecerían si no hubiera nadie dispuesto a trabajar en condiciones precarias (porque la inversión capitalista se trasladaría a otro lado o, en el caso del servicio doméstico, la unidad doméstica prescindiría de la prestación laboral). Pero, al mismo tiempo, la inyección en el mercado de trabajadores que se ven obligados por razones estructurales a aceptar condiciones inferiores permite reducir costes laborales y aumentar por tanto los márgenes de beneficios. Los trabajadores auctótonos más precarios pueden experimentar en su vida cotidiana este conflicto; es por esto por lo que la xenofobia de las clases bajas adquiere unos rasgos diferentes a las de las clases medias y altas. Para estos últimos, el migrante es a veces una criatura lejana; les preocupan más bien los aspectos "culturales" y en todo caso la "seguridad ciudadana" (si en sus categorías ideológicas hay algún vínculo entre esta inseguridad y la migración), pero al final suelen estar contentos de poder contar con alguien para cuidar al abuelo o poder ir más veces a comer a un restaurante porque los precios se mantienen relativamente "bajos" gracias a la contención de los costes laborales (siempre nos parece que los precios están demasiado altos, pero lo cierto es que vamos al restaurante).

En cambio, para los auctóctonos que ocupan las posiciones más bajas, paradójicamente aquellos que tendrían más que ganar si hicieran causa común con los migrantes, la cuestión puede presentarse una competencia cotidiana entre grupos sociales por los recursos escasos, algo más cercano al "pan nuestro de cada día". Una especie de "lucha de clases" pero con un fuerte componente racial. Ello será así, por supuesto, sólo en la medida en que se definan los intereses colectivos en torno a categorías étnicas, situación de la que hemos de huir como de la peste.

Pero ¿cómo se manifiesta este posible deterioro de las condiciones de trabajo en nuestro sistema, caracterizado por un predominio del Estatuto de los Trabajadores y los convenios de eficacia general? En los países nórdicos, con una elevada tasa de sindicalización (70-90%), una normativa laboral centrada en la negociación colectiva (escasa por tanto en contenidos vinculantes para el contrato) y convenios de eficacia limitada a los afiliados a las organizaciones firmantes, es mucho más visible este dumping social interno. Los que vienen de fuera no están afiliados y por tanto es más difícil que estén protegidos por el sistema formal.

En España, esto se produce de una manera más sutil: ciertamente, el Estatuto de los Trabajadores y los convenios colectivos se aplican teóricamente a todos los trabajadores, con independencia de su afiliación sindical u origen étnico. En primer lugar, puede haber un efecto indirecto, difícil de comprobar: los convenios colectivos son puntos de equilibrio en un conflicto de intereses contrapuestos, de manera que, en la medida en que la posición en el mercado de los trabajadores se debilite, las condiciones pactadas pueden estancarse o incluso ir a la baja. Detrás de las condiciones pactadas en los convenios está la amenaza de la huelga, un lujo que no todo el mundo puede permitirse.

Más importante y más claro es el efecto de las migraciones sobre las relaciones individuales de trabajo. A la mayoría de los trabajadores en España se les aplican convenios provinciales de sector, que a menudo funcionan a través de una cierta inercia, con una fuerza sindical bastante escasa y un interlocutor empresarial muy poco representativo. Así pues, los salarios de convenio son relativamente bajos (a veces incluso por debajo de los precios de mercado, sospecho) y lo importante es el salario "real", a menudo superior, que recibe el trabajador a través de la negociación individual y que en muchos casos no se declara para ahorrar costes de seguridad social. Los migrantes generalmente están en una posición de mayor debilidad, lo que les permite aceptar salarios de cierta precariedad y eso puede debilitar el poder de mercado de los trabajadores auctóctonos que en principio podían exigir condiciones superiores.

Esta segunda causa nos lleva a una tercera, íntimamente relacionada con la anterior. En nuestro sistema de relaciones laborales no importa tanto lo que dice la letra de la ley o del convenio como lo que se aplica en la práctica. Esto es, en muchos casos lo que sucede no es que la norma establezca condiciones muy precarias sino sencillamente, que no se cumple. Se cumple donde hay una cierta fuerza sindical que, además, trabaje bien. En este sentido, la posición de debilidad de los migrantes puede afectar también al grado de cumplimiento de la normativa laboral, deteriorando las condiciones reales -que no formales, o jurídicas- de trabajo.

Mucho Antes de que llegaran los migrantes, nuestro sistema ha tenido siempre una gran tradician de "economía sumergida": los extranjeros se han incorporado a este sistema preexistente, contribuyendo a su reproducción sin pretenderlo. Hay muchos grados de incumplimiento de la normativa laboral: un trabajador con contrato escrito, afiliado y de alta en la seguridad social, que cobra el salario fijado en el convenio puede ser, no obstante, víctima de la economía informal; en mayor medida lo es, claro está, el trabajador del que la gente dice que "no tiene contrato", esto es, con un contrato verbal o tácito, sin alta en el sistema de seguridad social. El grado extremo (pero no el único) de precariedad ilegal es el de los trabajadores migrantes sin autorización para trabajar: los "irregulares". Pero las dinámicas de la irregularidad merecen un poco más de detenimiento, así que habrá que dejarlas para una próxima entrada... el año que viene. Entretanto feliz año 2008 a mis escasos, pero selectos ;-) lectores. Ojalá que viváis tiempos interesantes.

4 comentarios:

Nani dijo...

Me parece esencial tu propuesta de que si hay algo de cierto en el mito, entonces es nuestra responsabilidad asomarnos a esta realidad. Mi opinión es que no basta con mantener una postura que sea acorde con el ideario de la institución a la que representamos . Me parece superimportante que se analicen con seriedad los problemas del mercado laboral, aún a riesgo de que no nos gusten los resultados a los que mantenemos una u otra postura. No hay cosa peor que maquillar la realidad. Si se maquillan los datos o se mantienen posturas vacías por pura ideología, no se pueden estudiar las medidas que den solución seria a los problemas.

Esto es una tendencia de cualquiera que se mueve en política. Los distintos agentes que estamos implicados en la inmigración no podemos olvidar que no somos un fin en nosotros mismos, sino que estamos aquí para mejorar las cosas y resolver problemas. Jamás se puede trabajar de espaldas a los problemas reales de la gente. Por lo tanto, los estudios serios de la realidad son imprescindibles.

Y , soy positiva en ese sentido: hay mucha chusma, pero , es también cierto que en esta materia se encuentra mucha gente, que no se pierden en posturas inútiles y que están trabajando de forma muy seria y muy capaz para que las cosas funcionen mejor. Esa es la vía.


Un estudio objetivo es necesario. Si las personas migradas quitan puestos de trabajo a los trabajadores más precarios de España, habrá que valorar en qué medida. Y después posicionarse. A lo mejor no es así. Pero sin datos y sin estudios no vamos a ningún sitio. Había un informe económico de la Presidencia del Gobierno que explicaba los beneficios económicos de la inmigración para la economía española, y era superpositivo el balance para el país. Pero si hay sombras también queremos conocerlas. ¿Qué dicen los sindicatos? ¿Cuál es su opinión sobre la inmigración?


En otro orden de cosas, no sé si has leído una comparecencia de una Adjunta del Defensor del Pueblo que ha propuesto a la clase política la modernización de la gestión de los flujos migratorios. Y es que , si no es a través de la irregularidad, dígannos cómo entra un trabajador en España si el empleador tiene que esperar cerca de un año para su incorporación al puesto de trabajo. Así nos encontramos con muchos contratos de trabajo que se falsifican, pateras, mafias para entrar...de todo...que provocan todo tipo de abusos. La Adjunta del Defensor del Pueblo proponía la creación de una Agencia de Inmigración o similiar que modernizara el sistema obsoleto que tenemos. Es una idea muy interesante

En migraciones, la realidad va muy por delante de las construcciones teóricas. Y se necesitan muchas manos y muchos cerebros bien centrados para valorar los problemas y proponer respuestas inmediatas o al menos rápidas. Mucha voluntad política, porque jugamos con seres humanos. Vamos un poco improvisando en política migratoria, y así no se puede ir.

Creo que el blog es muy interesante y para mí que leo muchas cosas sobre inmigración siempre me aporta algo. Y seguiré interesada tu profundización sobre inmigración y mercado de trabajo.

Anónimo dijo...

Cuando una cosa tiende a ser árida, acudid a la literatura:

EL EXTRANJERO
«Mirad: Un extranjero...» Yo los reconocía,siendo niño, en las calles por su no sé que ausente.
Y era una extraña mezcla de susto y de alegría pensar que eran distintos al resto de la gente.
Después crecí, soñando, sobre los libros viejos; corrí, de
mapa en mapa, frenéticos azares,
y al despertar, a veces, para viajar más lejos,
inventaba a mi antojo más tierras y más mares.
Entonces yo envidiaba, melancólicamente,
a aquellos que se iban de verdad, en navíos
de gordas chimeneas y casco reluciente,
no en viajes ilusorios como los viajes míos.
Y hoy, que quizás es tarde, con los cabellos grises,
emprendo, como tantos, el viaje verdadero;
y escucho que los niños de remotos países
murmuran al mirarme: «Mirad: Un extranjero...»
José Ángel Buesa

Nani dijo...

“Queremos dejar de ser invisibles. Lo que nos está pasando queremos que lo contéis”. Fragmento de la entrevista realizada a R.F. en Tánger el 26 de julio de 2004. “Menores en las fronteras: de los retornos efectuados sin garantías a los menores marroquíes y de los malos tratos sufridos” Informe SOS Racismo. Mayo 2005.

Nani dijo...

Y en Madrid, hoy he hablado con un abogado de oficio ál que para que haga algo, el extranjero le ha tenido que ofrecer dinero...vaya con la justicia gratuita...) ; así abusan de una persona que apenas tiene para comer....Además hace 6 meses que es firme su resolución de expulsión y su defensor presentó la demanda ayer (fuera de plazo, cuando se enteró que había acudido a una ONG de inmigrantes para informarse).

Es muy fuerte porque a este hombre lo detuvo la policía y me confirmaron en comisaría no estaba en el CIE y en un avión a Bolivia por los mismísimos pelos; les dio pena ver a tres niñitos llorando en la puerta del grupo de extranjeros, que eran sus hijos (al final la policía es la más humanitaria del panorama) ; después de mucho llorar descubrieron que uno de los niños tenía nacionalidad española por haber nacido aquí.

Y después de todo , me dice el abogado que se le señalará el juicio para el 2010 (porque el contencioso en Madrid está colapsado), y que HASTA EL 2010 NO SE LE VA A EXPULSAR. Olvidándose que las resoluciones administrativas son ejecutivas.

Y ante la pregunta de si ha pedido como medida cautelar la suspensión de la resolución administrativa me pregunta que para qué , que no hace falta. Que mientras está presentado el recurso contencioso-administrativo se entiende que se suspende sola....pero bueno, que , otra posibilidad es que se desista, y no haga nada...que se quede sin recurrir , y que SE LA JUEGUE....(un pleito que está prácticamente ganado).

¿Quién defiende a un pobre? Así está el sistema de justicia gratuita, con sinvergüenzas de este calibre.

Ya sé que tanta indignación no es buena pero ya verás, Antonio, suma y sigue...