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jueves, agosto 02, 2007

EXTRANJERO EN TIERRA EXTRAÑA (I)

Cuando nos encontramos, de una manera u otra "en el extranjero", salvo que estemos muy acostumbrados, bien acompañados o nos hayamos apropiado ya en nuestros corazones del territorio y de la gente, tendemos a sentirnos raros. Creo que ese sentimiento siempre o casi siempre está ahí, aunque su intensidad depende de muchos factores (la costumbre, los recursos económicos, la distancia cultural, el dominio del idioma, la regularidad de la estancia, etc.) y a veces es tan pequeña que lo que digo ahora puede resultar exagerado, pero es parte de la verdad.

Se amplifican todas nuestras inseguridades, nuestros miedos e incluso nos puede dar algo de manía persecutoria. Podemos pensar, por ejemplo, que la gente nos mira mal o que nos ignora con desprecio, o que se ríe de nosotros, o que quiere hacernos daño. Puede ser que incluso nuestros resortes defensivos se despierten cuando nos tropezamos con gente físicamente distinta a nosotros, que percibimos como "de otra raza" (comprender nuestro racismo es la única manera de controlarlo), pero también cuando se comportan de manera distinta, cuando siguen rutinas que no conocemos, cuando hablan una lengua extraña. Una pequeña contrariedad, un malentendido de escasa importancia, un rasgo cultural que no es muy relevante pero no entendemos bien, pueden convertirse a nuestros ojos en grandes problemas.

Yo que además tengo un problema crónico de orientación me he visto alguna vez en el extranjero vagar solo por calles que no conozco, titubeante, confuso, sintiéndome más débil, más desvalido, más reducido en mis capacidades. Cuando pasamos el día entero hablando en una lengua ajena, en la que no pensamos, terminamos la jornada destrozados, con el cerebro "recalentado" por el esfuerzo. Si estamos solos es más fácil que nos acechen la melancolía, la morriña, la nostalgia. Buscamos consuelo en la compañía de nuestros compatriotas, pero es probable que siempre nos quede un punto de insatisfacción, de vacío. Me descubro español en el extranjero, gaditano en Madrid o Cáceres, madrileño o cacereño en Cádiz y así sucesivamente (agnóstico de Patrias/me encuentro aunque no quiera/naciones en la ausencia/que forjan mi conciencia/y tejen mi bandera, escribí una vez en una canción que casi he olvidado).

Cuando hemos experimentado estas sensaciones en pequeñas dosis, somos más capaces de empatizar con sus manifestaciones más dolorosas, que, si bien no son comparables, guardan un fondo común. Cuando escuchas las narraciones del migrante que lo abandonó todo en pos de un sueño, del migrante ilegal que teme más a los policías que a los ladrones y procura vivir oculto en las profundidades de la sociedad, del extranjero que ya no se siente arraigado ni en su nueva casa ni en la antigua... rozas de pronto con algo tuyo y te ves reflejado en el Otro, así como los antropólogos se encuentran con ellos mismos y con la naturaleza humana desde la técnica del "extrañamiento". Cuando alcanzamos esta empatía comprendemos mejor, asumimos mejor, somos más cautelosos cuando exigimos más integración (aunque no dejamos de buscarla).

Ningún sitio como en casa para sentirse extranjero. Algunos artistas utilizaron la metáfora del extranjero, del extraño, para hablar seguramente de sus propios sentimientos, de sus propias neuras, inseguridades o tristezas, pero al hacerlos canción, dejaron de ser suyos y se convirtieron en símbolos, en mitos que nos hablan del ser humano. Pero las relaciones simbólicas tienen varias direcciones: podemos vernos reflejados en estas canciones, sentirnos extranjero, y luego darles la vuelta y sentirlas vinculadas a los migrantes con los que convivimos cada día, que a menudo se sienten extranjeros en en tierra extraña.

Dado que estamos en agosto y el calor reblandece nuestros cerebros (al menos el mío), en las próximas entradas, en lugar de soltar algún discurso pretendidamente sesudo (pensaba hablar del mercado de trabajo, pero lo dejaré para otra ocasión), voy a intentar colgar alguna de estas canciones (con video de youtube y traducción) para que quien quiera se apunte al ejercicio.

7 comentarios:

Tía Doc.- dijo...

Hola:
He dado con tu blog, buscando perfiles interesados en la interculturalidad, pues... aquí estamos. Me gustó mucho esta entrada, me sentí identificada con varias cosas, la vi muy acertada. Es un tema que me gusta mucho y se merece muchas entradas.
De momento, espero la del mercado laboral, ya me pasaré a visitarte.
Un gusto.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Muchas gracias. Veré si me pongo con lo del mercado de trabajo en un par de entradas a finales de agosto o principio de septiembre; ahora me toca cumplir con la promesa de las canciones. Entretanto, rebusca si te apetece en el baúl de las entradas viejas, donde ya hablo un poco de estos temas laborales y saco un problema que me parece esencial:

http://tiempos-interesantes.blogspot.com/2006/07/cuadrando-el-crculo-vicioso-del.html

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Hum... no estoy seguro de que se pueda seguir bien el hipervínculo, así que intento poner en html el enlace

Tía Doc.- dijo...

Hola Antonio:

Me paso para desearte un muy feliz 2008!

Un saludo.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

¡Gracias! Feliz año para ti también. Si quieres puedes pasarte también por las entradas posteriores, que ya no estamos en agosto ;-))

Mariam dijo...

Hola, como extranjera, me siento identificada con tus articulos.
Tengo muchas dudas y temores por ser un "allien",
pero estoy muy contenta de haber elegido España para vivir, sobretodo por que se que aunque hay mucha division, tambien hay mucha gente buena y respetuosa de la interculturalidad como tu.
Un saludo
Mariam

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Gracias, Mariam, y ánimo en tus "aventuras" por España.