Queríamos trabajadores y vinieron personas
MAX FRISCH (refiriéndose, entre otros, a los españoles que emigraron a Europa del Norte).
MAX FRISCH (refiriéndose, entre otros, a los españoles que emigraron a Europa del Norte).
"Que vengan, pero con papeles", oímos y decimos en la calle, quizás añadiendo algún relato idealizado sobre la emigración que salió de España in illo tempore. Hay un dato que muchos españoles no conocen: de entre los extranjeros que hoy residen legalmente en España muy pocos (si es que hay alguno) ha llegado a tener "los papeles" por el procedimiento que se supone "normal", por el cauce que se proclama "general" (por ejemplo, es más normal que se hayan acogido a algún tipo de "regularización"); no es un dato estadístico, eso sí, sino que proviene de mi experiencia y de la de otra gente que se ha movido en este contexto. Si se admite, me parece una prueba irrefutable de que el sistema que hemos establecido no funciona, o como mínimo, funciona fatal.
Sin embargo, no sólo sucede que hay muchísimos extranjeros dispuestos (por unas u otras razones) a vivir o trabajar legalmente en España, sino que también (y esto es menos conocido, pero igualmente cierto), hay muchos empresarios que precisan de nueva mano de obra extranjera, al quedar muchos puestos de trabajo sin cubrir por los nacionales, comunitarios y residentes legales. Podríamos sacar punta a ambos hechos pero no lo vamos a hacer hoy; es verdad que los flujos migratorios (y su problemática) no tienen por qué detenerse cuando las necesidades empresariales estén satisfechas y que, por otro lado, contemplar a los migrantes únicamente como la mano de obra que necesitamos supone una perspectiva excesivamente limitada. Pero lo cierto es que nos encontramos aquí con una situación ineficiente (en el sentido de Pareto), es decir, si lográramos "cuadrar el círculo" del mercado de trabajo y conectar de manera más eficaz estas necesidades empresariales (que en el discurso de hoy vamos a considerar acríticamente) con las necesidades de los extranjeros, nos encontraríamos con un juego de "suma positiva" en el que todos ganan.
¿Por qué no funciona el sistema "típico" de intermediación entre oferta y demanda de trabajo? Como sabréis, los extranjeros no comunitarios necesitan una autorización para trabajar, que se termina vinculando con el permiso de residencia.
La autorización para trabajar se fundamenta en dos principios básicos: 1) No se puede trabajar (ni residir legalmente en España) hasta que no se está autorizado (lo que tarda un tiempo en resolverse); 2) Como regla general, la contratación siempre se realiza "en origen", es decir, con un trabajador que está todavía en el extranjero. Es difícil que un empresario quiera o pueda esperar tres meses y gastar dinero en un trabajador extranjero que tiene delante, pero ¿y si ni siquiera lo conoce? ¿cómo se conectan la oferta y la demanda? ¿Cómo contratar en origen a alguien que no se ha visto jamás? Por supuesto, los empresarios españoles y los migrantes extranjeros se adaptan estratàegicamente a esta dificultad estructural.
Desde los intereses empresariales, la respuesta institucional es el sistema del Contingente, pero éste tampoco funciona bien, básicamente porque está aquejado del mismo "pecado original" que el Régimen General. En realidad, esta situación de ineficacia termina por confluir en la fortísima tendencia (impulsada por otros factores) a recurrir a la economía sumergida.
Desde los intereses de los migrantes, la estrategia es bien distinta. Consiste en entrar en España de otra manera: en un puñado de casos, accediendo al país de manera ilegal; en la inmensa mayoría, entrando como "turistas" y convirtiéndose posteriormente en irregulares por el mero transcurso del tiempo. Puesto que el verdadero régimen general son los regímenes extraordinarios que "premian la constancia" (las sucesivas "amnistías" concedidas a los irregulares, o el régimen reglamentario del arraigo de los irregulares), muchos extranjeros aceptan la precariedad de la irregularidad -¡¡¡ con todo lo que ello implica de situaciones indignas !!!- con la esperanza de recibir algún día el premio de la regularización. "En la vida real" (que no en la letra de la ley), los trabajadores españoles tienen que acceder al mercado de trabajo con contratos temporales, para luego obtener -si hay suerte- como premio a la continuidad el ansiado contrato indefinido que en teoría es la regla general; algo así sucede con los extranjeros: saben que tienen que soportar la irregularidad para poder integrarse en el sistema, si hay suerte y todo sale bien. La ineficacia del sistema termina consagrando una lógica perversa en la que la irregularidad es la forma más regular de acceder al mercado de trabajo español.
Ante este problema, no hay soluciones perfectas; ninguna respuesta está exenta de efectos secundarios. Pero ello no nos exime de pensar alternativas que, por lo menos, mejoren la situación actuall. ¿Alguna idea al respecto?
[Por cierto, un minuto para la publicidad; desarrollo estas ideas con algo más de detalle en una ponencia que dí en unas jornadas en Tánger cuyas actas están colgadas en la web.
Sin embargo, no sólo sucede que hay muchísimos extranjeros dispuestos (por unas u otras razones) a vivir o trabajar legalmente en España, sino que también (y esto es menos conocido, pero igualmente cierto), hay muchos empresarios que precisan de nueva mano de obra extranjera, al quedar muchos puestos de trabajo sin cubrir por los nacionales, comunitarios y residentes legales. Podríamos sacar punta a ambos hechos pero no lo vamos a hacer hoy; es verdad que los flujos migratorios (y su problemática) no tienen por qué detenerse cuando las necesidades empresariales estén satisfechas y que, por otro lado, contemplar a los migrantes únicamente como la mano de obra que necesitamos supone una perspectiva excesivamente limitada. Pero lo cierto es que nos encontramos aquí con una situación ineficiente (en el sentido de Pareto), es decir, si lográramos "cuadrar el círculo" del mercado de trabajo y conectar de manera más eficaz estas necesidades empresariales (que en el discurso de hoy vamos a considerar acríticamente) con las necesidades de los extranjeros, nos encontraríamos con un juego de "suma positiva" en el que todos ganan.
¿Por qué no funciona el sistema "típico" de intermediación entre oferta y demanda de trabajo? Como sabréis, los extranjeros no comunitarios necesitan una autorización para trabajar, que se termina vinculando con el permiso de residencia.
La autorización para trabajar se fundamenta en dos principios básicos: 1) No se puede trabajar (ni residir legalmente en España) hasta que no se está autorizado (lo que tarda un tiempo en resolverse); 2) Como regla general, la contratación siempre se realiza "en origen", es decir, con un trabajador que está todavía en el extranjero. Es difícil que un empresario quiera o pueda esperar tres meses y gastar dinero en un trabajador extranjero que tiene delante, pero ¿y si ni siquiera lo conoce? ¿cómo se conectan la oferta y la demanda? ¿Cómo contratar en origen a alguien que no se ha visto jamás? Por supuesto, los empresarios españoles y los migrantes extranjeros se adaptan estratàegicamente a esta dificultad estructural.
Desde los intereses empresariales, la respuesta institucional es el sistema del Contingente, pero éste tampoco funciona bien, básicamente porque está aquejado del mismo "pecado original" que el Régimen General. En realidad, esta situación de ineficacia termina por confluir en la fortísima tendencia (impulsada por otros factores) a recurrir a la economía sumergida.
Desde los intereses de los migrantes, la estrategia es bien distinta. Consiste en entrar en España de otra manera: en un puñado de casos, accediendo al país de manera ilegal; en la inmensa mayoría, entrando como "turistas" y convirtiéndose posteriormente en irregulares por el mero transcurso del tiempo. Puesto que el verdadero régimen general son los regímenes extraordinarios que "premian la constancia" (las sucesivas "amnistías" concedidas a los irregulares, o el régimen reglamentario del arraigo de los irregulares), muchos extranjeros aceptan la precariedad de la irregularidad -¡¡¡ con todo lo que ello implica de situaciones indignas !!!- con la esperanza de recibir algún día el premio de la regularización. "En la vida real" (que no en la letra de la ley), los trabajadores españoles tienen que acceder al mercado de trabajo con contratos temporales, para luego obtener -si hay suerte- como premio a la continuidad el ansiado contrato indefinido que en teoría es la regla general; algo así sucede con los extranjeros: saben que tienen que soportar la irregularidad para poder integrarse en el sistema, si hay suerte y todo sale bien. La ineficacia del sistema termina consagrando una lógica perversa en la que la irregularidad es la forma más regular de acceder al mercado de trabajo español.
Ante este problema, no hay soluciones perfectas; ninguna respuesta está exenta de efectos secundarios. Pero ello no nos exime de pensar alternativas que, por lo menos, mejoren la situación actuall. ¿Alguna idea al respecto?
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