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sábado, mayo 24, 2008

"MERENGUE DE CALLE"

Convencido de que el arte no es sólo para los genios sino también para la gente común, soy aficionadillo a perpetrar relatos y, sin embargo, no me he atrevido nunca a escribir ninguno relacionado con la migración o los migrantes, tal vez porque tengo un poco de miedo de descubrirme incapaz de entrar en la piel de estas personas. Por eso, aprecio mucho este esfuerzo de inmersión que ha hecho Mon (que no es dominicana, sino española) al componer este pequeño relato, más corto que mi verborreica presentación, que llegó a ganar un concurso internauta.

No creo que esta historia tenga moraleja, ni falta que le hace. Basta con esa magia de la literatura que nos hace ser poseídos por otras personas, vivir otras vidas y tal vez despertar del sueño comprendiendo mejor al ser humano. En este caso, hay que leerlo con música, que les enchufo aquí abajo. Mon nos cuenta que el merengue de calle de la música y el título "[...] es una música urbana que mezcla las raíces del merengue con otros ritmos como el hip hop, se baila sin pareja y es propio de las clases más bajas. Nace entre inmigrantes, de ahí la mezcla de géneros y de ahí que los más puristas hablen de transculturación [...], no deja de ser otra consecuencia de los movimientos migratorios, la fusión de expresiones culturales y la oposición de quienes prefieren ser fieles a las raíces".



MERENGUE DE CALLE (relato de Mon)


“Arriba la mano... abajo la mano”. Erick Moisés, bajo y musculoso, se desplaza por el andamio con la agilidad de los gatos. Se acabó de estar de feo para la foto, ahorita su gordi estará llegando en el avión, y mira al cielo con un chin de lujuria. Con la llana recta revoca el modillón sin que le tiemble el pulso, aunque divisa el pavimento a vista de pájaro desde ese piso doce que corona el edificio. El huevón del encargado está varias plantas más abajo, Erick Moisés se siente libre y menea las caderas sin necesidad de inclinar el cuerpo de un lado para otro.

“Arriba la mano... abajo la mano... péguese un poquito...”. No más guayaberos con sus embustes, Erick Moisés ya no es un “sin papeles”, ta’ pegao’, por la puerta chica, un simple peón, pero ya está dentro. Retranquea la cornisa, toma el piruli y comprueba si los puntos maestros del revoque están aplomados: chévere, está bueno. Con los ojos aún entornados ya se goza del culipandeo de su chula, como si estuvieran bailando, el movimiento sale de sus muslos, con las piernas semiflexionadas, sin despegar los talones del suelo.

“Arriba la mano... abajo la mano... péguese un poquito... un poquito más”. Erick Moisés se ha puesto puto, puro bonche será todo cuando esté la mamacita, no más darle mente al envío de los giros, ahora sólo girarán pegaditos, arriba, arriba, hasta bailar en horizontal. Y tendrán un chichí que nacerá en esta tierra, que no tendrá que andarse con fuñendas con los de inmigración, su chichí tendrá de todo como los jevitos nativos, ¡sí señor! Erick Moisés sube la carretilla cargada de argamasa por el rampón que lleva a la azotea, la empuja con la pelvis, perreándola, mientras le sonríe a un avión que cruza el cielo. Un cajetazo de la carretilla le obliga a bajar la vista, la carga se ha descompensado, quiere equilibrarla, pero la gravedad tiene más fuerza. Erick Moisés habrá tomado tierra antes aún de que el avión aterrice.

3 comentarios:

Peluhongkong dijo...

Que cosas tiene la vida, verdad brother?
Me ha gustado el relato (no tanto la música)porque es capaz en unas cuantas lineas de contarnos una historia mucho más larga. He visto a Erick Moisés hace unos años dejando con lagrimas en los ojos su pais, su familia y sus amigos. Lo he visto llegar asustado a Madrid con su bolsa de mano y un trozo de papel en la mano, con una dirección y el nombre de un conocido de su primo que dicen que le ayudará a su llegada. Lo he visto hablar torpe un idioma que es el suyo pero que no es igual al de allá. Lo he visto de noche abrazarse a la fina almohada buscando un calor que no puede encontrar. Lo he visto aceptando un trabajo humillante pero que le ayudará a paliar lo humillante de su situación. Lo he visto comprando una tarjeta telefónica de 5 euros y saliendo a la fría noche para hacer esa llamada que le dará las fuerzas para aguantar otra semana más. Lo he visto sonreir aunque la vida no le da demasiados motivos para ello. Lo he visto correr cuando vio aquella patrulla de la policia; "porque de la policia se huye" le ha dicho 'el Colombiano', que todavía tiembla cuando le cuenta lo de la otra noche en la Castellana.Lo he visto aprender a bajar la cabeza.Y cuando va cayendo desde el andamio, sé que va pensando:" lo siento gordi, pero con tanta mierda no me dio tiempo de aprender a volar "

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Gracias, Pelu, como siempre.
Veo que tú también has sabido disfrazarte literariamente de Erick Moisés y llegar a través de la ficción al fondo de esa experiencia de tantas personas, que no nos es tan extraña porque todos estamos hechos de la misma pasta.

En estos tiempos interesantes, y, apocalíptico me pongo, parece que se acercan tiempos todavía más interesantes en el mal sentido de la palabra, vamos a necesitar de análisis racionales y sesudos, pero todavía vamos a necesitar mucho más de corazón y de empatía.

Tardaré unos días en regresar al blog, pero volveré con el espejo de la reina (?)

Pepe Luis López Bulla dijo...

Querido Antonio: Gracias por el comentario sobre el acuerdo sindical en el Matadero de Girona. Procuraré hacerme con una versión castellana para que lo podáis tener en mejores condiciones. Me puedes escribir a este correo: tito.ferino@gmail.com. Es un correo de brega; cuando me escribas ahí te daré el de percal. No dejéis de analizarlo porque es un rara avis y vale la pena abrirle pormoenorizadamente las tripas.
Saludos, JLLB