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domingo, junio 24, 2007

EL ESPAÑOL "DISCRIMINADO"

El mundo está lleno de mayorías "discriminadas". Se trata de un sesgo cognitivo bastante habitual: cuando miramos a los otros como Otros su pertenencia al exogrupo los marca en nuestra percepción, destacando especialmente la categoría a la que pertenecen. Si hay un tipo raro delante de nosotros en la cola, debe ser que se ha "colado"; primero vamos Nosotros y luego ya veremos si hay sitio para alguien más. Actuamos así, desde luego ante las "distinciones positivas" directas, las medidas más intensas, discutibles y polémicas de entre aquellas orientadas a reequilibrar una posición de desigualdad previa o bien a atender una situación específica. Tendemos a considerar apresuradamente que se ha producido una "discriminación" y reaccionamos frente a ella con virulencia retórica; ciertamente, estas medidas presentan algunos problemas aplicativos (sin que todos se refieran a esta desigualdad), que hay que considerar en cada caso, pero precisamente la distorsión que provoca este sesgo en el debate evita un análisis verdaderamente serio.

Pero también se reacciona así ante una simple equiparación de derechos, especialmente en la medida en que estos derechos regulen el acceso a bienes relativamente escasos, dado que en estos casos nunca estamos del todo satisfechos con el servicio. Los ejemplos más claros son la sanidad y la educación: de un lado, su universalidad se extiende, con matices, "incluso" a los extranjeros que se encuentran irregularmente en España; de otro lado, los recursos invertidos en la salud y en la educación siempre serán insuficientes. Aunque en nuestro discurso racional no podamos negar la atención médica a los extranjeros o la escolarización obligatoria de migrantes menores de edad, puede ser que por debajo, por las vísceras, nos quede una indefinida e incómoda sensación de que los Otros deberían entrar a comer cuando Nosotros ya nos hubiéramos saciado (lo malo es que esto nunca sucede).

No es difícil encontrarnos con estas sensaciones en las discusiones que tenemos en la calle o en Internet: si nuestro hijo no fue admitido en tal colegio pero un extranjero sí, eso quiere decir, indudablemente, que los extranjeros tienen preferencia y los españoles estamos "discriminados"; si un extranjero pasa antes que nosotros al médico es sin duda un privilegio otorgado por su condición de extranjero. Las razones para que el Otro esté por delante nuestra en la cola pueden ser muchas y muy variadas, algunas más justificadas o razonables que otras. Pero en nuestra conciencia se nubla cualquier otra causa que no sea la mera condición de extranjero, la aplicación de la categoría saliente, pues hemos convertido a la persona en una etiqueta.

No es imposible, sin embargo, que a veces los españoles sean verdaderamente peor tratados que los extranjeros; la prueba la tenemos en el reciente Real Decreto 240/2007, que maltrata a los españoles en comparación con un determinado grupo de extranjeros. La cosa tiene truco, claro, porque los extranjeros privilegiados son comunitarios y los españolitos afectados... bueno, no deben ser en la mayoría de los casos de pura cepa castiza, porque están pidiendo la reagrupación de familiares extranjeros. Resulta que si un español quiere traerse al país a sus ascendientes extranjeros se le aplica la normativa de extranjería, mientras que a un nacional de otro Estado de la UE, Espacio Económico Europeo o Suiza se le aplica el régimen comunitario, significativamente más favorable. O sea que el Estado concede más derecho a algunos extranjeros que a sus propios ciudadanos. Hasta el momento, los Gobiernos españoles habían estado evitando este agravio comparativo y lo de ahora no ha sido ni mucho menos un lapsus, dado que se ha actuado contra el Dictamen del Consejo de Estado. La medida en cuestión no vulnera las libertades comunitarias, pero sí el art. 14 de la Constitución Española; así pues, la Federación Andalucía Acoge ha anunciado ya un recurso contencioso-administrativo frente a este arbitrario reglamento.

4 comentarios:

JLuis dijo...

Buenisimo el post.

La primera parte me ha gustado especialmente. Con lo complicado que suele resultar describir los engranajes de la discriminación y el prejuicio, tu has conseguido una claridad envidiable.

Respecto al RD,... la leche!! pues no había caído en ello, y eso que me lo he "trabajado"...

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Muchas gracias, Jluis, siempre me alegra saber que hay alguien ahí al otro lado.

En cuanto al RD, no me corresponde el mérito de haber identificado esa desigualdad, pues me llegó la noticia desde Andalucía Acoge; luego, he estudiado el tema con un poco más de detalle desde la óptica constitucional para ver si con ello les puedo echar una mano de cara al recurso, en la medida en que lo permitan mis entendederas.

Anónimo dijo...

Otros casos de discriminación, más locales, pueden estar en quizá una mayor permisibidad en el cumplimiento de horarios y el trabajo de menores en locales regidos por inmigrantes (sobre todo chinos). O quizá no es discriminación en sentido estricto, ya que simplemente los nacionales no se atreven a vulnerar esas normas por miedo a una sanción y los extranjeros quizá crean que no pasa nada por incumplirla.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Muchas gracias, Mr. Potato, por tu comentario. Pues a mí sinceramente me parece que es a grandes rasgos otro caso de "sesgo cognitivo", que hace destacar más las cosas cuando las hacen "otros", con algunos matices. En nuestro país hay unas altísimas cotas de economía sumergida e incumplimiento de la legislación laboral, de toda la vida: ese potente mercado de trabajo informal, frente al que los poderes públicos no pueden hacer mucho (y a veces no quieren, en la medida en que la economía se sostiene por eso, no es que se tenga manga ancha con los inmigrantes por ser inmigrantes); eso sí que produce un "efecto llamada" hacia más trabajo informal de fuera. Nuestras pautas nacionales son CAUSA de las pautas de migración, aunque a su vez estas últimas retroalimentan lo anterior. Hablaremos de ello en próximas entradas.

Yo no sé en otros lugares más prósperos, pero en la paupérrima Cádiz, hay muchos sitios pequeñísimos españoles que abren eternamente como los "chinos", mucho trabajo ilegal, muchas chapucillas, mucho salario no oficial; también hay menores trabajando, aunque hay que decir que eso en principio sólo es ilegal cuando concurre el elemento de ajenidad, lo que no suele ser el caso.

Lo que pasa es que hay también un efecto de sustitución. Cuando la gente alcanza determinados niveles de prosperidad, o bien su bienestar está soportado por la redistribución de los riesgos sociales en el seno de la familia, ya no se conforman con cualquier cosa. Ni les da la gana de trabajar a todas horas, etc. A medida que la gente va abandonando el mercado informal, la maquinaria del sistema va canalizando sus necesidades hacia los que se encuentran en una posición objetiva más precaria. No se trata, mayormente de una cuestión "cultural" o derivada de la aplicación de "etiquetas" sociales. Es algo más mecánico, derivado del funcionamiento de la economía.

Me explico fatal, pero intentaré tratar sobre estos temas de mercado de trabajo de manera más reposada en las próximas entradas. De todas maneras, en la siguiente, seguramente celebremos nuestro "no-cumpleaños".