Contador web

lunes, julio 17, 2006

LOS RACISTAS SIEMPRE SON LOS OTROS

El ser humano crea diablos a su imagen y semejanza: poniendo nombre y cara a la inquietud amorfa y al miedo indeterminado intentamos dominarlos como el brujo que llama a los demonios por su nombre. Hay veces que conseguimos amaestrar a los diablos que hemos formado fuera de nosotros para que corten las uñas a los demonios indefinidos que guardamos dentro y que nos dan todavía más miedo y así, acunados por el halago se quedan quietos y siguen creciendo en las sombras. No hay nada como un buen malo para hacernos creer que todo va bien en casa. Entre los psicólogos sociales es bien conocida la “Teoría de la Identidad Social” (Tajfel, Turner), según la cual –simplificando un poco, seguramente-, para obtener una identidad social positiva se tiende a mirar negativamente a los de fuera.

No cabe duda de que los extranjeros hacen a menudo el papel de demonios y chivos expiatorios. Pero yo quería dar otra vuelta de tuerca, y hablar, por el contrario de la demonización del racista y del racismo.

Nuestro racista imaginado es como un villano de comic, de actitudes primarias, risotada maléfica, ideología biologicista pseudo-científica, altas tasas de irracionalidad, capaz de asumir cualquier brutalidad sin sentido con tal de fortalecer su desprecio. Cierto es que la realidad supera a la ficción y que el racismo ha generado conductas abominables de enorme entidad, pero quizás lo haya hecho por caminos que podrían haber arrastrado, de un modo u otro, en menor o mayor medida a personas normales y cuerdas, sólo que reconocerlo nos inquieta (pero al mismo tiempo nos invita a pensar en los porqués y por tanto a conocer mejor al enemigo). Este racismo imaginario anestesia nuestra capacidad para reconocer el otro racismo más modesto y mediocre que se esconde en nuestras propias conciencias y que acaso sea la verdadera base y sustento de todas las tropelías racistas; nuestro racista imaginado no se parece nunca a nosotros: si acaso lo reconocemos en las actitudes de los Otros, pero nosotros nunca seríamos capaces de hacer algo tan zafio. “Yo no soy racista, PERO…”. Con las uñas cortadas nuestro demonio casi no se parece al bicho de fuera a lo que el "sentido común" llama racismo; es verdad que no se puede equiparar la actitud del director de un campo de exterminio con el “racismo nuestro de cada día”, pero no debemos olvidar al segundo, que está más cerca de casa.

“El primer paso es reconocerlo”. Si nos interesa combatir el racismo, debemos empezar por admitir que es humano y que todos lo llevamos con nosotros en medida más grande o más pequeña, con consecuencias pequeñitas o terribles. Una de las cosas que me gustó de la película “Crash” (además de que era entretenida) es que mostraba cómo el racismo surge naturalmente por todas partes: también entre las minorías étnicas, por supuesto. El segundo paso es conocerlo (y definirlo correctamente): posiblemente en algunas entradas de este blog intentaremos mirar sin tapujos a la Sombra -evitando si es posible el espejo de la madrastra-, a ver qué nos encontramos.

6 comentarios:

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Como contrapunto, todavía quedan racistas explícitos y diáfanos (y, por supuesto, no dejan de resultar peligrosos). Fíjense si no en Alianza Nacional:

http://www.alianzanacional.org/AN.htm

De momento su influencia social es nula, pero no es de descartar que crezcan en el futuro, o más probablemente, abanderar algún estallido ocasional de xenofobia.

Anónimo dijo...

Desde el momento en el que se distingue a las personas por su raza en lugar de verlas simplemente como personas se da un paso hacia el racismo. Cuando al referirnos a una persona se le llama chino, negro, blanco, indio, moro, etc. sin razón ninguna más que marcar esa diferencia de raza, se cae en el racismo a pesar de no incurrir en ninguna agresión física o verbal. Lo malo es que ese pequeño detalle de llamar a las personas con el nombre de su raza, lleva a marcar diferencias y de ahí al racismo más recalcitrante hay un sendero claro y que muchas personas acaban siguiendo. No se si hay una solución general al racismo o simplemente la batalla la tenemos que luchar individualmente, pero espero que dentro de un tiempo en Europa vivamos tranquilamente en una enriquecedora mezcla interracial e intercultural a pesar de los racistas.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

A ese racismo sutil (amorfo e indeterminado, no definido) al que se refiere Paco quería referirme yo. En los últimos años se ha tenido que acuñar la expresión ("racismo sutil" o la menos propia "nuevo racismo") por parte de los científicos sociales, cuando se ha advertido que opera como sustitución del que creemos "viejo". Trataré de desenredar más la madeja en sucesivas entradas del blog.

Cuando intentaba investigar sobre el concepto jurídico de discriminación racial aprendí que ese "nuevo racismo" es en realidad el de toda la vida, sólo que hay formas menos sutiles que otras. El racismo "biológico" siempre fue étnico (cultural) e intentaré demostrarlo, entre otras razones porque las razas son lo que en Antropología llamamos "categorías folk", unidades emic (aunque algunas fueron utilizadas por los científicos).

El problema de fondo es distinguir este racismo de la mera crítica sociocultural. Fíjaos en el mensaje de Paco (con el que estoy básicamente de acuerdo): el racismo se funde y se mezcla con la crítica o la mofa legítimas hasta el punto de que a veces nos cuesta determinar dónde están los límites. En futuras entradas, seguiremos dándole vueltas al tema (que desde luego sigue abierto a comentarios)... Pero de momento en la próxima, cambiamos el tercio.

Anónimo dijo...

el punto de la diferencia, sea entre un tipo de racismo u otro, sea entre blancos y negros, mujeres y varones; en definitiva, yo y el otro, es la distancia insoportable que habremos de negar constantemente. siempre hay un otro. escorpión habla de nombres, nominaciones de unos otros a los que inevitablemente les provee el alicate. otro tanto están los medios, para paco y para antonio; demonios manicuras. para mi están ustedes(escorpion, paco, antonio) con los que difiero y me distancio. porque tomo nota de la influencia que provoco (social) en los otros que demonizo cotidianamente para mantener la ilusión de una identidad estable y permanente.
Las guerras no terminarán hasta que el calor de la mirada sea mas importante que el color de la piel. Bob Marley

JLuis dijo...

Impresionante post, Antonio...

Absolutamente de acuerdo contigo... y lo más sorprendente es como el debate, aunque empiece afrontando nuestra propia capacidad para excluir, se acaba hablando de la de los demás.

Un saludo.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Pues gracias por vuestros comentarios; está bien saber que las páginas viejas no quedan en el olvido.