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lunes, julio 24, 2006

CUADRANDO EL CÍRCULO VICIOSO DEL MERCADO DE TRABAJO

Queríamos trabajadores y vinieron personas
MAX FRISCH (refiriéndose, entre otros, a los españoles que emigraron a Europa del Norte).

"Que vengan, pero con papeles", oímos y decimos en la calle, quizás añadiendo algún relato idealizado sobre la emigración que salió de España in illo tempore. Hay un dato que muchos españoles no conocen: de entre los extranjeros que hoy residen legalmente en España muy pocos (si es que hay alguno) ha llegado a tener "los papeles" por el procedimiento que se supone "normal", por el cauce que se proclama "general" (por ejemplo, es más normal que se hayan acogido a algún tipo de "regularización"); no es un dato estadístico, eso sí, sino que proviene de mi experiencia y de la de otra gente que se ha movido en este contexto. Si se admite, me parece una prueba irrefutable de que el sistema que hemos establecido no funciona, o como mínimo, funciona fatal.

Sin embargo, no sólo sucede que hay muchísimos extranjeros dispuestos (por unas u otras razones) a vivir o trabajar legalmente en España, sino que también (y esto es menos conocido, pero igualmente cierto), hay muchos empresarios que precisan de nueva mano de obra extranjera, al quedar muchos puestos de trabajo sin cubrir por los nacionales, comunitarios y residentes legales. Podríamos sacar punta a ambos hechos pero no lo vamos a hacer hoy; es verdad que los flujos migratorios (y su problemática) no tienen por qué detenerse cuando las necesidades empresariales estén satisfechas y que, por otro lado, contemplar a los migrantes únicamente como la mano de obra que necesitamos supone una perspectiva excesivamente limitada. Pero lo cierto es que nos encontramos aquí con una situación ineficiente (en el sentido de Pareto), es decir, si lográramos "cuadrar el círculo" del mercado de trabajo y conectar de manera más eficaz estas necesidades empresariales (que en el discurso de hoy vamos a considerar acríticamente) con las necesidades de los extranjeros, nos encontraríamos con un juego de "suma positiva" en el que todos ganan.

¿Por qué no funciona el sistema "típico" de intermediación entre oferta y demanda de trabajo? Como sabréis, los extranjeros no comunitarios necesitan una autorización para trabajar, que se termina vinculando con el permiso de residencia.

La autorización para trabajar se fundamenta en dos principios básicos: 1) No se puede trabajar (ni residir legalmente en España) hasta que no se está autorizado (lo que tarda un tiempo en resolverse); 2) Como regla general, la contratación siempre se realiza "en origen", es decir, con un trabajador que está todavía en el extranjero. Es difícil que un empresario quiera o pueda esperar tres meses y gastar dinero en un trabajador extranjero que tiene delante, pero ¿y si ni siquiera lo conoce? ¿cómo se conectan la oferta y la demanda? ¿Cómo contratar en origen a alguien que no se ha visto jamás? Por supuesto, los empresarios españoles y los migrantes extranjeros se adaptan estratàegicamente a esta dificultad estructural.

Desde los intereses empresariales, la respuesta institucional es el sistema del Contingente, pero éste tampoco funciona bien, básicamente porque está aquejado del mismo "pecado original" que el Régimen General. En realidad, esta situación de ineficacia termina por confluir en la fortísima tendencia (impulsada por otros factores) a recurrir a la economía sumergida.

Desde los intereses de los migrantes, la estrategia es bien distinta. Consiste en entrar en España de otra manera: en un puñado de casos, accediendo al país de manera ilegal; en la inmensa mayoría, entrando como "turistas" y convirtiéndose posteriormente en irregulares por el mero transcurso del tiempo. Puesto que el verdadero régimen general son los regímenes extraordinarios que "premian la constancia" (las sucesivas "amnistías" concedidas a los irregulares, o el régimen reglamentario del arraigo de los irregulares), muchos extranjeros aceptan la precariedad de la irregularidad -¡¡¡ con todo lo que ello implica de situaciones indignas !!!- con la esperanza de recibir algún día el premio de la regularización. "En la vida real" (que no en la letra de la ley), los trabajadores españoles tienen que acceder al mercado de trabajo con contratos temporales, para luego obtener -si hay suerte- como premio a la continuidad el ansiado contrato indefinido que en teoría es la regla general; algo así sucede con los extranjeros: saben que tienen que soportar la irregularidad para poder integrarse en el sistema, si hay suerte y todo sale bien. La ineficacia del sistema termina consagrando una lógica perversa en la que la irregularidad es la forma más regular de acceder al mercado de trabajo español.

Ante este problema, no hay soluciones perfectas; ninguna respuesta está exenta de efectos secundarios. Pero ello no nos exime de pensar alternativas que, por lo menos, mejoren la situación actuall. ¿Alguna idea al respecto?

[Por cierto, un minuto para la publicidad; desarrollo estas ideas con algo más de detalle en una ponencia que dí en unas jornadas en Tánger cuyas actas están colgadas en la web.

jueves, julio 20, 2006

POLÍTICA DE BAR DE LA BUENA

No quiero que en este blog se escuche sólo mi voz; de vez en cuando sonarán otras melodías (espero), y no sólo en los comentarios (come taste the band). Hoy cedo la tribuna a Paco, cuyo contacto personal con las migraciones deriva principalmente de su trabajo actual como médico de atención primaria. Es posible que tarde un poco en colgar la próxima entrada porque estaré fuera una semana larga, pero sigo en el asunto. Espero que este ladrillo larguísimo y sugestivo os dé suficiente cancha entretanto.

Bueno, compañeros y compañeras en el debate dialéctico... la propuesta de Antonio me ha resultado más que sugerente, pero como es evidente, nuestros estilos personales difieren. De modo que haciendo un ejercicio de identidad (¡polemizadora!) acepto el reto de participar en este Blog... ¡pero propongo entrar al trapo en el tema con la actitud más contundente!

Nada hay tan clásico en nuestra cultura como las famosas discusiones de bar o cafetería en las que cualquier paisano (con el carajillo en la mano...) postula en cinco minutos las soluciones "de sentido común" para solucionar todos los problemas que se tercien con respecto a cualquier cuestión (y que evidentemente no asumen los políticos por defectos de inaptitud, cobardía o ineficacia en proporciones variables). Todos tenemos dentro, ni que sea por condicionamiento cultural, el gusto por porfiar poniendo "los puntos sobre las íes" ante las problemáticas sociales que contemplamos en nuestro entorno. Y esta actitud no es mala, siempre que evitemos caer en la caricatura sobre la que estoy ironizando, porque demuestra cierta capacidad de formarse un criterio propio sobre las cosas, sobre la realidad política que nos rodea (¡y, creedme, todo es político!) que es fundamental para darte cuenta del mundo en el que vives. Así pues, la propuesta es ésta: ¿cuáles son las medidas que creéis deberían tomarse ante los cambios que vivimos como consecuencia de las continuas oleadas migratorias?

Antes de empezar a contestar habría que cumplir muchos pasos previos, como empezar por identificar estos problemas concretos (¡pero es de sentido común reconocer que existen!) o incluso definir cuál es esta sociedad en la que vivimos y que ha de dar acogida a poblaciones flotantes de otro origen (yo nos definiría como "satélites dle primer mundo occidental") pero afortunadamente no tenemos obligación de ser sistemáticos porque esto es un debate de tipo coloquial y podemos dar muchas cosas por sobreentendidas. Si surge algún conflicto a la hora de definir las cosas ya volveremos sobre el tema para plantear estas bases de ofrma común, pero de entrada no es imprescindible. Yo haré un resumen breve (borrad esa sonrisilla incrédula...) de los principales problemas de convivencia que veo a grosso modo:

-Las migraciones se producen de forma forzada, y no voluntaria, por las condiciones de partida en los lugares de origen. Por eso surgen el resto de problemas, porque noes algo que se afronte por capricho o por un cambio opcional en las condiciones de vida... ¡muchas veces es simple cuestión de supervivencia, a la desesperada!

-Los canales de migración no son los adecuados, evidentemente por la actitud de los estados de acogida para frenar el caudal humano que les llega a partir del momento en que deja de ser ventajoso para sus economías (o cuando genera problemas sociales). ¡Así que, como todos sabemos aparece la figura del inmigrante ilegal!

-Las condiciones de acogida en el lugar de destino son inusuales (por comparación con las de alguien que venga desde el primer mundo) y eso entraña marginación, un contexto "para-legal" y explotación...

-Además, se suma el factor de las diferencias culturales con respecto al país de acogida, que se puede abordar de diferentes maneras como ya veremos más adelante, pero que tiene el problema de tener que ser algo forzado, no permite un ritmo progresivo...

-Como resultado de la marginalidad y las diferencias culturales, aparece la solución inevitable de una tendencia a formar ghettos... con el efecto secundario de interferir con la integración real en la sociedad de acogida. ¡Sólo se relacionan con su núcleo marginal!

-La respuesta evidente de la sociedad de acogida es el sentirse agredidos por un colectivo que irrumpe en la convivencia previa. Además, y, lógicamente, cuanto más próximo estés físicamente a estos nuevos vecinos más percibirás su presencia y su diferencia. Por eso se da el hecho aparentemente paradójico de que los brotes de xenofobia se afianzan entre los colectivos peri-marginales pasando a defender unos valores que antes eran de los colectivos mejor situados socialmente (¡y que iban dirigidos contra ellos!). De forma que no es raro que el marginado social de hace unas pocas décadas pase a encabezar las protestas contra los nuevos (aparte del hecho de competir por el mismo infra-nicho ecológico).

-Y hay todavía otra vuelta de rosca que sólo precisa tiempo para hacerse evidente: las primeras generaciones de inmigrantes, los que han realizado el salto intercultural por sí mismos, muy pocas veces llegan a despegarse del sentimiento de aislamiento y de una relativa sensación de indefensión, de estar en condición de "hospedado"... pero el tema es muy diferente cuando hablamos ya de las segundas generaciones que han nacido en el país de acogida y lo sienten suyo. Por eso aparecen reacciones más elaboradas ante el choque cultural que recorren toda la escala que va desde la asimilación absoluta con abandono de los referentes de origen... hasta la reacción de retorno hacia un marco sociocultural oriundo idealizado que en el fondo tampoco han vivido, ¡pero que acogen como seña de identidad! (y quien quiera muestras que haga una visita a los vecinos galos.

-Los conflictos sociales no siempre derivan de una diferencia "cultural" sino también de un diferente contexto socioeconómico tanto de origen como de condiciones de vida en el lugar de acogida. Si no dominas el idioma tienes una desventaja adaptativa evidente, pero es que, además si provienes de un entorno no escolarizado las posibilidades reales se te cierran casi por completo. O por ejemplo estar hundido en una situación de marginalidad condiciona de una forma evidente la tendencia a jugar en el filo de la navaja con las actividades delictivas que ya formaban parte de ese entorno.

-Por otro lado, el ser humano se adapta al medio ambiente con una plasticidad asombrosa. Si se acostumbran a percibir reacciones de rechazo que bordean el racismo o la xenofobia, aprenden a usar el recurso del victimismo para defenderse de la agresión social, aprovechando que pese a albergar estos sentimientos la sociedad de acogida se avergüenza de ellos e intenta negarlos. Otro ejemplo es el uxo extensivo de recursos de bienestar social del estado de acogida, desde el acceso a recursos sanitarios que muchas veces en su lugar de origen simplemente no existían, hasta la cobertura de incapacidades físicas o de otro tipo, o el estatus de refugiado. Como cualquier haría en esa circunstancia, juegan todas sus cartas.

-Y el efecto rebote es una nueva oleada de indignación casi siempre mal dirigida de amplios estratos sociales del entorno "auctóctono" que ve el abuso de unos recursos que considera propios. Muchas veces este "abuso" viene condicionado como hemos dicho por la absoluta necesidad, impuesta por las condiciones de vida en un marco que bordea la marginalidad. Pero quien se acostumbra a gritar mucho para que le hagan caso suele hacerlo por sistema, así que en ocasiones la percepción de un uso incorrecto es certera.

Y en resumen así está el asunto. Y los problemas se acumulan. Con el agravante de que si no se toman medidas para encauzar estos cambios sociales impuestos por el contexto internacional (y por tanto "en principio" ajenos a las gentes de acogida...) la tendencia es a evolucionar de una manera descontrolada, ¡¡ como siempre que echas una piedra a rodar colina abajo!!!

Los primeros efectos ya han empezado a verse, en especial en otros países que nos llevan décadas de ventaja como figurantes en el Primer Mundo que es objetivo deseado pora las migraciones. En casi toda Europa han aparecido facciones populistas xenófobas que no son sino el aprovechamiento oportunista de la extrema derecha tradcicional del malestar reinante para atraer conversos. Los movimientos fascistoides de "skin heads" son una expresión más del mismo fenómeno, y como es lógico se extienden entre los sectores suburbanos perimarginales que viven más de cerca esta nueva convivencia forzada, alimentándose de gente joven con las ideas turbias y una enorme frustración personal...

Pero sólo hemos visto la punta del iceberg, porque detrás de muchas de las modernas corrientes de opinión sobre unos temas aparentemente independientes (la publicación de obras de supuestos intelectuales sobre el "Choque de Civilizaciones", el debate sobre el velo islámico en los colegios, o el más reciente conflicto artificioso entre la libertad de expresión y lo que constiutye una falta de respeto cultural/religiosa, con las famosas caricaturas de Mahoma en el norte de Europa) lo que se está moviendo aquí es una progresiva implantación en la opinión pública del etnocentrismo conservador occidental que se siente agredido por la convivencia forzada con hechos consumados (el cambio progresivo de su sociedad) que no acepta. Y que no va a tolerar sin sacar sus fuerzas vivas a la calle. Sólo que esta calle es mediática en el actual contexto político. Sin dejar de estar influido por intereses de otro tipo y con otros actores implicados en oriente medio (¡y a la hora de configurar opinión pública, todo cuenta!) Ya lo estamos viviendo, peor no es nada comparado con lo que se nos viene encima. Y la que nos espera...

La tónica predominante en las primeras décadas del s. XXI es la de las inmigraciones masivas hacia el primer mundo occidental del que formamos parte. Y eso genera cambios sociales que no están siendo bien tolerados e integrados. Es decir, que realmente se percibe como un PROBLEMA. No sólo en tanto que generador de descontento social, sino desde el prisma de la progresiva implantación de una corriente de hostilidad, de enfrentamiento y de conflicto en cierta opinión pública mediática... De modo que: ¿qué hay que hacer para solucionarlo? acabaos la copa y empezad a hablar, que se hace el silencio.

lunes, julio 17, 2006

LOS RACISTAS SIEMPRE SON LOS OTROS

El ser humano crea diablos a su imagen y semejanza: poniendo nombre y cara a la inquietud amorfa y al miedo indeterminado intentamos dominarlos como el brujo que llama a los demonios por su nombre. Hay veces que conseguimos amaestrar a los diablos que hemos formado fuera de nosotros para que corten las uñas a los demonios indefinidos que guardamos dentro y que nos dan todavía más miedo y así, acunados por el halago se quedan quietos y siguen creciendo en las sombras. No hay nada como un buen malo para hacernos creer que todo va bien en casa. Entre los psicólogos sociales es bien conocida la “Teoría de la Identidad Social” (Tajfel, Turner), según la cual –simplificando un poco, seguramente-, para obtener una identidad social positiva se tiende a mirar negativamente a los de fuera.

No cabe duda de que los extranjeros hacen a menudo el papel de demonios y chivos expiatorios. Pero yo quería dar otra vuelta de tuerca, y hablar, por el contrario de la demonización del racista y del racismo.

Nuestro racista imaginado es como un villano de comic, de actitudes primarias, risotada maléfica, ideología biologicista pseudo-científica, altas tasas de irracionalidad, capaz de asumir cualquier brutalidad sin sentido con tal de fortalecer su desprecio. Cierto es que la realidad supera a la ficción y que el racismo ha generado conductas abominables de enorme entidad, pero quizás lo haya hecho por caminos que podrían haber arrastrado, de un modo u otro, en menor o mayor medida a personas normales y cuerdas, sólo que reconocerlo nos inquieta (pero al mismo tiempo nos invita a pensar en los porqués y por tanto a conocer mejor al enemigo). Este racismo imaginario anestesia nuestra capacidad para reconocer el otro racismo más modesto y mediocre que se esconde en nuestras propias conciencias y que acaso sea la verdadera base y sustento de todas las tropelías racistas; nuestro racista imaginado no se parece nunca a nosotros: si acaso lo reconocemos en las actitudes de los Otros, pero nosotros nunca seríamos capaces de hacer algo tan zafio. “Yo no soy racista, PERO…”. Con las uñas cortadas nuestro demonio casi no se parece al bicho de fuera a lo que el "sentido común" llama racismo; es verdad que no se puede equiparar la actitud del director de un campo de exterminio con el “racismo nuestro de cada día”, pero no debemos olvidar al segundo, que está más cerca de casa.

“El primer paso es reconocerlo”. Si nos interesa combatir el racismo, debemos empezar por admitir que es humano y que todos lo llevamos con nosotros en medida más grande o más pequeña, con consecuencias pequeñitas o terribles. Una de las cosas que me gustó de la película “Crash” (además de que era entretenida) es que mostraba cómo el racismo surge naturalmente por todas partes: también entre las minorías étnicas, por supuesto. El segundo paso es conocerlo (y definirlo correctamente): posiblemente en algunas entradas de este blog intentaremos mirar sin tapujos a la Sombra -evitando si es posible el espejo de la madrastra-, a ver qué nos encontramos.

jueves, julio 13, 2006

TIEMPOS INTERESANTES

El hombre virtuoso camina en duelo a causa de lo que ha ocurrido sobre la tierra […] Las tribus del desierto se están convirtiendo por doquier en egipcios […] Ciertamente el desierto cubre toda la tierra, los nomos han quedado devastados y los bárbaros del exterior han venido a Egipto.
Admoniciones de Ipuwer.

A estas alturas es un tópico invocar la manida maldición china “Ojalá vivas tiempos interesantes”; entre otras cosas porque dicha maldición no ha dejado de cumplirse desde que por primera vez se enunció antes de que el mundo echara a andar. Profetas, agoreros, milenaristas, revolucionarios y hippies no han dejado jamás de proclamar que vivimos tiempos interesantes: por supuesto, siempre los más interesantes de todos.

El egipcio Ipuwer, el griego Hesíodo con sus eras y los hindúes que escribían sobre los yugas están básicamente de acuerdo con los que hoy sienten que las cosas ya no son como antes, se han perdido las buenas costumbres y el rock and roll no es lo que era; la Vieja España se desmembra y los bárbaros extranjeros atraviesan una vez más las fronteras del Imperio, amenazando la civilización. El mito del Paraíso Perdido conecta también con los mitos apocalípticos, a veces optimistas, a veces pesimistas -casi siempre una mezcla agridulce-, que anuncian tremendas desgracias y catástrofes o el triunfo final del buen rollito (a veces precedido de aquellas destrucciones escatológicas) y siguen vibrando en Marx o Fukuyama, los chicos de la New Age y los que contemplan con temor el futuro acongojados y acojonados ante las migraciones y la diversificación étnica, temiendo que el orden sagrado de los faraones sea destruido por las serpientes del desierto.

No nos engañemos: todos los mitos son verdaderos, pero no a la manera que usualmente se cree. En primer término, son verdaderos porque proceden de las raíces de la experiencia humana, también por supuesto los negativos; aquellos que creemos que merece la pena aprender a convivir en un mundo de gente diversa tenemos también que convivir con este mito grosero de la invasión de los bárbaros que se esconde en las raíces de nuestra propia experiencia, aunque no queramos nombrarlo. En segundo término, son verdaderos porque la vida los imita y recrea continuamente y las profecías tienden a ser autocumplidas. La realidad no es el caos étnico de los agoreros ni el paraíso intercultural de los soñadores, pero en el futuro tratará de amoldarse un poco a lo que la gente verdaderamente crea y viva.

En este blog de mensajes demasiado grandes -pero afortunadamente no diarios ni periódicos- habrá mitos, esto es, expresión de los viajes al centro de la vida; pero no siempre seré tan esotérico: también procuraremos que haya razones y reflexiones. Los mitos son quizás lo más importante de la vida, pero las razones los ponen necesariamente en su sitio. En el mejor de los casos, el blog será una encrucijada donde contemos nuestros cuentos, pero también (y quizás sobre todo) pensemos juntos como abordar estos asuntos de la interculturalidad y las migraciones.

Ciertamente, no estamos en una era de especial decadencia ni se acerca el fin de la historia. Cada tiempo tiene sus problemas y sus alegrías; las migraciones, las globalizaciones, la diversidad cultural y étnica nos traerán ambas cosas en una proporción que dependerá de todos nosotros. Sin duda, vivimos tiempos interesantes. Suerte y ánimo con ellos.