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viernes, agosto 25, 2006

¿LA ISLAMOFOBIA PUEDE SER RACISMO?

Pues claro. Aunque no me gusta mucho comentar la actualidad rabiosa en mi blog (los intereses del momento siempre sesgan el debate), voy a romper mi regla por un día. Curioseando por Internet me encuentro con la noticia de que los pasajeros de un vuelo Málaga-Manchester consiguieron expulsar del avión a dos personas sospechosas por "tener rasgos paquistaníes, hablar árabe, ser jóvenes y no vestir ropa veraniega". Si eso es lo que verdaderamente dijeron los pasajeros, la precisión de la descripción evoca un amplio conocimiento lingüístico y fisonómico (supongo que a los pasajeros les intrigó que unos paquistaníes hablaran árabe y no urdu, punjabi o alguno de los idiomas que por allí se usan en la comunicación cotidiana, ciertamente sospechoso).
Que tengamos miedo a la hora de subir a un avión en el contexto actual es comprensible; que se tomen medidas de seguridad es completamente necesario. Que se expulse a dos pasajeros por clamor popular es explicable por la islamofobia que nos rodea, pero eso no implica que esté justificado; se trata de una discriminación racista, aunque sea inapropiado demonizar a los pasajeros por ello. Sorprendentemente, la justificación moral y casi exaltación de esta conducta nos llega de una tribuna autoproclamada liberal (para mí que la libertad religiosa y el principio de no discriminación son dos elementos importantes del mejor liberalismo). Los argumentos de D. José María Marco abundan en algunos de los errores en la comprensión del racismo a los que aludía en otras entradas y por eso los saco a la palestra, aunque sean de actualidad.
Afirma el susodicho que ser musulmán -o "parecerlo" (?)- no es un destino biológico "como ser blanco, negro, mujer u homosexual", sino que es una elección individual que se basa en una serie de decisiones personales (o sea, que si el autor hubiera nacido en Paquistán, por ejemplo, no sería musulmán, mostrando más "discernimiento" que la casi totalidad de su población). Como contaba otro día, una de las excusas más habituales para esquivar nuestro propio racismo es distinguirlo de un racismo biológico imaginario, que nunca existió. Así pues, según el autor, todo musulmán se tendría que plantear hasta qué punto su fe es compatible con los derechos humanos, abjurar de su fe -esto último sólo se sobreentiende-, y por supuesto dejar de parecer musulmán (el autor parece olvidar que la libertad religiosa y la no discriminación por razones étnicas, raciales, religiosas o de origen nacional son derechos humanos).
La categoría de "musulmán" opera en nuestro contexto en muchas ocasiones como una clasificación puramente racial, y desde luego se mezcla con elementos de carácter étnico. No hay más que fijarse en que los señores expulsados del aeropuerto no hicieron profesión de fe: sólo "parecían" musulmanes por sus rasgos "paquistaníes" y su lengua "árabe"; el argumento espurio sobre la relevancia de la elección personal termina por disolverse ante la constatación de que hubieran sido expulsados aunque en realidad fueran, por ejemplo, hindúes.
Hay que distinguir entre las categorías raciales que producen la discriminación y los indicadores que permiten al observador construir esa categoría. En la conducta de los pasajeros hay dos "correlaciones ilusorias": los rasgos y el idioma extraños elevan automáticamente a las víctimas a la categoría de "musulmán"; dicha categoría implica automáticamente -por medio de otra correlación ilusoria- una serie de rasgos negativos; finalmente, la aplicación de la categoría desata el trato discriminatorio.
¿Significa esto que no se puede criticar al islam? Por supuesto que no. El islam, como cualquier otra religión, filosofía o ideología (cristianismo, liberalismo, comunismo, etc) puede ser criticada, de la misma manera que los musulmanes critican otras religiones o el ateísmo; la cuestión es, más allá del debate ideológico, tratar a las personas por lo que realmente hacen, no por razón de una categoría que se les ha colgado cual sanbenito. Lo cierto es que la crítica al islam se mezcla hoy tan sutilmente con el puro racismo que no está de más un poco de reflexión previa.
Posiblemente D. José María Marco rechace, por ejemplo, el comunismo en el plano del debate ideológico; posiblemente, incluso piense que es una ideología contraria a los derechos humanos y podría citar algunos ejemplos empíricos. Un comunista de hoy en día podría rebatírselo diciendo que, con independencia de lo que hayan hecho algunos (o muchos) comunistas, para él en concreto no hay incompatibilidad entre lo que considera fidelidad al comunismo y la defensa de los derechos humanos. Con independencia de si le convenciera o no el argumento, D. José María debería juzgar a nuestro comunista por sus propios eventuales atentados a los derechos humanos y no por la simple etiqueta de "comunista". Y por otro lado, está claro que el hecho de expulsar a alguien de un avión (o de un club privado) porque tiene "pinta de comunista", bueno, en sí mismo constituye un atentado contra los derechos humanos. El hecho de que la ideología sea una decisión personal no es relevante a efectos de discriminación (salvo para agravar el daño, por afectar a la libertad además de a la igualdad), como tampoco es relevante que el hábito no haga al monje ni la pinta necesariamente al comunista.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo sí creo que se trata de una forma de racismo, y tal vez la peor! Peor que otras, porque no solo representa una forma de prejuicio atávico e injustificable, como siempre injusto, sino que ADEMAS ESTA AL SERVICIO de los intereses selectivos de un grupúsculo fascista que nos manipula. Y vaya éxito que tiene, cuando media población mundial baila a su son...

Porque la "islamofobia" y todas las voces que claman al cielo eso de que "con los musulmanes no se puede convivir" porque son una religión violenta, porque están anclados en la edad media y sus sociedades nunca evolucionarán con semejantes valores, que sus estados son "cárceles para sus mujeres" (de todo hemos oído, porque los voceros de la xenofobia cultural no callan) no hacen sino MENTIR y PORFIAR en pro de unos intereses espúrios que de tan simples resultan insultantes: la defensa de los objetivos occidentales que invaden militar, política o económicamente sus países, con el objetivo último, evidentemente, de controlar sus yacimientos de petróleo, la fuente suprema de prosperidad... aunque no para los desgraciados productores...

Refutar estos argumentos es simple pero tedioso, porque requiere tratar de forma seria sus toscas premisas, simplonas pero muy fáciles de difundir para influir en la opinión pública de masas, que pocas veces tiene tiempo, ganas o incluso capacidad de analizar lo que le embuten por el gaznate, como se hace con las ocas destinados a confeccionar paté: traga, traga...

Porque el Islam, entendido como un conjunto de creencias religiosas, es la más moderna y liberal de las religiones semíticas, en el que se incluyen sus dos primos hermanos y antecesores, judaismo y cristianismo. Precisamente por ser la más moderna (basta consultar los respectivos calendarios, nada más contundente...) disfruta del indudable privilegio de resultar más próxima ideológicamente a nuesto tiempo (no es lo mismo doce siglos que cincuenta, como ocurre con el origen del judaismo...) y de contemplar a los otros dos credos en sus postulados, presentando una actitud, pese a lo que difunden sus detractores, sorprendentemente tolerante y comprensiva: se reconoce y respeta a los otros monoteismos. Y esto no es un mérito especial del islamismo, es una simple consecuencia de su origen histórico. Como ocurre con todas las ideologías...

Si lo comparamos por ejemplo con el judaismo primitivo, nos sorprendería el humanismo que desprende el islam, ante una religión arcaica y ferozmente excluyente, que se ampara en un Dios étnico (solo apto para los hebreos) que con frecuencia se invoca como vengador de afrentas nacionales, con el fin de castigar de manera sangrienta y exterminar a todos sus vecinos... Pero de nuevo esto no es incoherente con el contexto original de esta religión de estado: hace 5000 años, cuando un pueblo culturalmente avanzado con respecto a sus vecinos, y con vocación imperialista, vió repetidamente frustradas estas aspiraciones por la mala fortuna que le reportaba su situación geográfica: en un pasillo natural entre Europa, Asia y África. Siempre fue aplastado y dominado como provincia de otros imperios más influyentes y poderosos, aunque su fuerte esfera cultural garantizaba su pervivencia diferenciada en el tiempo. Y así se gestó esa religión mesiánica que prometía glorias futuras siempre que resistiesen... Al tiempo que culpaba de los fracasos políticos a un fervor insuficiente de sus seguidores, que los había hecho responsables del revés del destino por voluntad de un Dios terrible que los castigaba por no adorarle más. Y la aspiración suprema era un Gran Israel que dominase el mundo...

Evidentemente estas características fundacionales poco tienen que ver con el judaismo moderno, pues las religiones evolucionan con el tiempo y las sociedades se adaptan a sus nuevos contextos (y menos mal...) pero es evidente que si tuvieramos que definir un credo por sus premisas de base, el islamismo no es "la religión más agresiva". Aunque con todo hay que reconocer un cierto peligro que nace de los planteamientos nacionalistas militantes, pues ninguna religión está a salvo de revisionismos fundamentalistas, y ahora no estoy haciendo referencia precisamente a los integrismos islámicos...

Porque el otro argumento esencial para entender el contexto actual es la apación precisamente del recurso social de los integrismos... El fundamentalismo religioso se identifica con el Islam, con el fanatismo del retorno al velo o al "burka" afgano (antes abandonado) y es evidente que ahí está, con una imagen contundente e impactante. Pero basta con rascar un poco en la superficie para comprender que hay varios tipos de revisionismos integristas, y cada uno con sus particulares razones de ser. Digamos que como siempre hay integristas de primera y de segunda clase, ricos y pobres, todos con igual fervor.

Porque no es igual el viraje al integrismo religioso en alguien del tercer mundo, con escaso o nulo acceso a formación académica, con unas condiciones de vida precarias (un pastor de cabras afgano) que el de un neocons de las naciones dominantes del primer mundo, con acceso a las mejores universidades, tecnología y recursos...

El primero no hace sino dar una respuesta visceral y desadaptada al fenómeno de marginación y "desarraigo cultural" en el que está quedando sumido su entorno, colonizado por el expansivo occidente. Mejor tecnología, economía infinitamente más poderosa y colonialismo (antes invasivo y militarista, ahora "solo" cultural y económico). Y claro, cuando alguien ve cambiar las cosas en su entorno pero se ve completamente excluido, reacciona muchas veces con un futil intento de rechazar "todo lo de fuera" y "volver a lo que es suyo". Evidentemente, eso comporta paradojas como adoptar signos de identidad que resultan forzados y hasta extraños a sus mismos abuelos...

Pero la cuestión es: ¿Qué excusa tienen para el integrismo religioso los neoconservadores del primer mundo? No será la de sentirse marginados por un mundo que pasa a su lado sin permitirles subir al tren, porque ellos son quienes conducen! Me ahorraré las opiniones personales pormenorizadas, pero no un comentario que me parece clave: ellos son los artífices de este nuevo racismo nacido y alimentado de sus medios de masas. De lo cual se deduce que estamos siendo testigos (casi mudos) a una confrontación entre dos INTEGRISMOS de distinto signo.

Aunque la división no es entre Cristianos y Musulmanes, sino entre sociedades dominantes y sociedades marginales...

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Gracias por vuestros comentarios; siempre anima saber que hay alguien al otro lado. Mucho mejor si además hay discrepancia (eso sí, emplazo a futuros contertulios a que el debate sea respetuoso, lo digo sólo por si acaso). Os discuto a los dos:

"Defensa"; ahí hay dos cuestiones. Una es la del concepto de raza, de racismo y de discriminación racial. Algo hemos ido avanzando en este blog al respecto:

http://tiempos-interesantes.blogspot.com/2006/08/el-racismo-biolgico-nunca-lo-fue.html

Si alguien quiere ver mi opinión sobre el tema algo más desarrollada, véase mi comunicación: "Géneros o categorías humanas y discriminación racial en el trabajo", en AAVV, la igualdad ante la ley y la no discriminación en las relaciones laborales", Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2005. Pronto saldrá algo más avanzado, escrito con un colega en la Revista Española de Derecho del Trabajo.

Segundo tema. Llámese o no racismo (no me importa, porque me interesa desatanizar el racismo para combatirlo mejor, de manera que no lo uso como palabra mágica), hablamos en todo caso de discriminación por razón de religión, lo que es igualmente inadmisible (obviamente, también es inadmisible en los países islámicos) y debe separarse conceptualmente de la crítica ideológica al Islam o cualesquiera otra forma de pensamiento.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

"Usuario anónimo" (¿Paco? ;-)

Yo de momento no me he preocupado de la comparación entre religiones (cosa harto difícil, dado que la generalización agrupa en bloques homogéneos a millones y millones de personas) sino simplemente de la discriminación, lo cual no impide que tu mensaje nos traiga temas interesantes.

En todo caso, tiendo a huir un poco de la noción de "culpa", aunque sólo sea porque la obsesión por ella nos tapa la vista (véase la entrada sobre el relativismo). Ciertamente, en la vida necesitamos emitir juicios éticos o jurídicos (afecten a un neocon o a un fundamentalista islámico) y para ello necesitamos creer en el libre albedrío y suponer que la gente es responsable de sus actos. Pero si lo que queremos es entender el fenómeno, entonces es seguramente mejor aplicar el relativismo metodológico (la existencia social determina la conciencia). Así, verdaderamente no me importa quién tiene más la culpa sino qué es lo que está pasando y qué es lo que puedo hacer yo.

Sobre los fundamentalismos islámicos, nunca he hecho un análisis serio de manera que sólo tengo intuiciones y algunos testimonios por parte de amigos musulmanes o de países musulmanes que me cuentan sus formas de actuación. Uno, la intuición de que la explicación islamofóbica ("al contrario que otras religiones, el Islam lleva en sí la semilla del fundamentalismo") es poco convincente y simplona. Dos, la intuición de que las explicaciones que nos solemos forjar la progresía ("riqueza del primer mundo/pobreza del tercero") son igualmente simples. Qué duda cabe, la pobreza es un factor importantísimo (por ejemplo, está muy extendido que las organizaciones fundamentalistas operen como asociaciones "caritativas" y eso incrementa su popularidad), pero no hay un sólo factor. De hecho, muchos de los fundamentalistas más recalcitrantes (e.g., Ben Laden) están verdaderamente forrados.

"Defensa", veo que no se ve bien el enlace que puse. De todas maneras puede pillarse desde la portada "El racismo biológico nunca lo fue".